La historia de las redes sociales que caduca en 24 horas se puede comparar con la efímera, la que caminamos con el pie de la vida e inmediatamente va quedando obsoleta.

Me pregunto si en algo se parecen la historia analógica y la digital…

Por Alexis Degrik



La historia que caduca y que en 24 horas deja de serlo (la de las redes sociales) me hizo pensar en las otras. En la historia conjugada, con sesgos de autor y vicios de pluma: esa que tiene el potencial de hacerse inmortal y, al tiempo, la fragilidad de ser disuelta en la hoguera. La que le da andamiaje a lo que fue y rescata del olvido sucesos a veces tan fantásticos que parecen irreales (y viceversa). Y me hizo pensar en la otra, la efímera, la que caminamos con el pie de la vida e inmediatamente va quedando obsoleta. La instantánea que se enciende y a la vez se apaga, momento a momento; y a la que de nada sirve intentar describir porque sólo es vivible. Esa historia que (quien se sume en la novedad lo sabe) no termina de ser pronunciada que ya ha dejado de existir.

Vértigo y Sed

Sin embargo, aquella otra historia, la digital, forma andamiajes también (los que dan la seguridad de sumergirnos en un argumento lógico) e induce además dos efectos.

Primero, «El Vértigo»: la historia de 24 horas resulta una ventana por la que corre un paisaje muy veloz. Lo retenido arma el contexto, que va formándose de esos gajos inconexos, de forma tal que cada quien, como puede, procesa ese río de secuencias diarias y forma involuntariamente su mundo alrededor. ¿Cuántas veces creemos saber en qué anda una persona que no hemos visto en años (a veces: jamás)? Así también, son a menudo sorprendentes las apreciaciones sobre nuestro andar que se hace la gente que observa nuestros recortes digitales. 

El otro efecto es «La Sed»: la percepción de ahogo, de muerte inminente o hasta de ostracismo, ante la falta de nueva materia prima. Estas historias se consumen, son gratis, incitan la sed y promueven el vértigo sin reposo. 

Hay una señal

… y es una señal de alerta, un guiño que, al captarlo, podemos deducir que acabamos de perdernos en la vorágine de la superficie de un río aparentemente sin calma. El vértigo y la sed que se retro alimentan sin fin, se presentan juntos cuando dejamos de hacer pie en nuestra firmeza: nuestro ser, nuestra confianza, nuestra sabiduría, nuestro corazón.

Por separado pueden ser efectos de los sucesos de la vida. Juntos son efecto del poder narcótico de la historia. 

La decisión de agudizar el oído a la señal inconfundible de la turbulencia de la historia es quizás lo que ilumina el camino de salida… Ése que corre apenas debajo en el fluir profundo.

Alexis Degrik

Déjanos tu comentario al pie de esta página.


Te invitamos a participar de la Segunda edición del Taller de Escritura Autobiográfica con Cecilia Szperling 
(comienza en febrero 2022)

La Tundra Libros y Revistas en español

Queremos conocerte. Si te interesa colaborar con artículos e ilustraciones nos puedes contactar escribiéndonos un e-mail o respondiendo a las convocatorias. CONTACTO