Nos extrañamos y lo expresamos con las manos, los ojos y haciendo el dolor de la otra, propio.

Por Soledad Galván

No lo cambiaría.

Ni por salarios más altos, ni por oportunidades más cool.

Ni porque es más simple no ser asesinado/violado.

Ni por dejar de lado los dolores menstruales.

Ni por el miedo cuando no te viene.

Ni por las diferencias y presiones sociales de elegir maternar o no.

Porque al final del día, no tenemos nada, pero lo tenemos todo.

Y no es competencia, pero ganamos, aunque todavía seguimos desapareciendo.

Maternamos en grupos, dolemos en grupo.

¿Pero no salimos a abortar en grupos como temían no?

Qué desilusión.

Nos extrañamos y lo expresamos con las manos, los ojos y haciendo el dolor de la otra, propio.

Tenemos, por lo general, una inteligencia emocional heredada de traumas antiguos,

de bisabuelas rebeldes e ideas de cambio.

Porque da igual si minifalda, zapatillas, maquillaje o pelo al viento.

Tenemos un sexo fuerte, que atrae, que arrulla y arrolla,

que despierta sentires, que nos separa y nos une de una manera tan sutil como tormentosa.

Porque podemos con todo y nada a la vez y esa vulnerabilidad no es algo que esconder.

Porque nos mienten, abandonan y lastiman, y volvemos a creer.

Y un grupo de salvajes nos levanta y nos abraza.

Y un grupo de salvajes sale a las calles a gritar los nombres de las que no están,

Porque cuando se va una, nos vamos todas.

Porque cuando vuelve una, nos vuelve el corazón al cuerpo.

Es más complejo, aunque todavía no lo puedan ver.

Es admirable y es temible.

Y con miedo y todo, no lo cambiaría por nada.

.

Soledad Galván

Foto: No están 8M. Silvia Demetilla


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