Shakira habla de una relación, pero es lo de menos. El balance de dos fuerzas interiores se mueve, como placas tectónicas en nuestro propio ser.

Hay personas o personajes que en un acto de fuerza cósmica desmedida, abren un agujero en el fuselaje de esta vieja nave en que viajamos.  Se encargan, sin saberlo, de cumplir su misión, su llamado profundo. Y aparecen de pronto para desgarrar un velo por el que algunas personas ya vislumbrábamos que había detrás todo un cosmos por navegar. 

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Escribe Alexis Degrik

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Shakira 22/23 se parece mucho a Shakira 95/96, decía con igual honestidad brutal. Sin embargo, el mundo no estaba listo. El lado femenino del mundo no estaba listo (el masculino parece aún no estar listo). Y este agujero que nos arrastra a la galaxia, si es que algo nos genera (sea lo que sea), tira de todas y todos. Tira del lado femenino de hombres y mujeres, y del lado masculino de mujeres y hombres. Impacta cada palabra en un lugar muy profundo, un lugar insondable donde está arraigado todo paradigma que naturalizamos como la realidad. Por eso se siente violento.

Amélie fue el personaje que en 2001 abrió para mí otro hueco al cosmos, otro despertar del lado femenino, intuitivo, lúdico, creativo; y, aunque fue desde la sensibilidad absoluta, también se sintió como un temblor. Como esos cataclismos que dejan la tierra renovada tras de sí. 

El balance de dos fuerzas interiores se mueve, como placas tectónicas en nuestro propio ser. Shakira habla de una relación, pero es lo de menos. Me quedo con el coraje con que toma el hacha con el que golpear la cáscara de la nave. Si salimos flotando al cosmos, si cruzamos las opiniones y los juicios, nos encontramos esas fuerzas en movimiento dentro nuestro. 

Cómo honramos nuestro lado femenino y cómo honramos nuestro lado masculino. Cómo armonizamos ambas fuerzas. Cómo aceptamos la relación entre ambas en este momento. Y luego también: cómo honramos lo femenino y masculino en los demás. 

El cosmos me succiona y me dejo llevar para verme sin disfraz. Yo lloro y facturo. Me encuentro yo en ambas. Hago y siento. 

Y flotando en el cosmos puedo mirar también la vieja nave con su cáscara agrietada. Descubro entonces sus alas dispares. ¿Cómo podría nadie volar con un ala gigantesca y la otra ínfima?

Una fuerza crece y es inevitable. Me agradezco la sensibilidad.

Alexis Degrik

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