El silencio, con independencia del género al que pertenece: voces enmudecidas; la vergüenza como mecanismo de control; la cultura como estrategia de supervivencia, es el gran tema de La madre de todas las preguntas de Rebecca Solnit (Capitán Swing Libros, 2021).


Por José de María Romero Barea*
Ilustración Romina Lardiés


La norteamericana Rebecca Solnit (1961) utiliza la literatura como un medio para la concienciación: “Pronto descubrí que no tenía derecho a vivir, a ser libre o a perseguir la felicidad en el mundo exterior, lleno de extraños que parecían odiarme o deseaban hacerme daño por el hecho de ser mujer, donde el sexo se convertía pronto en violencia, lo que nadie consideraba un asunto público, sino más bien uno privado” (“Reconocimientos”).

El tema principal de su elocuente conjunto de ensayos La madre de todas las preguntas (Capitán Swing Libros, 2021) es, pues, el silencio, con independencia del género al que pertenece: voces enmudecidas; la vergüenza como mecanismo de control; la cultura como estrategia de supervivencia. Leer La madre de todas las preguntas, a raíz de los últimos escándalos, supone abordar la culturalmente incómoda relación entre la voz femenina y la esfera pública:

El silenciamiento activo y la anulación pública del discurso femenino ha resurgido en los últimos tiempos de diferentes maneras, desde las amenazas de muerte lanzadas en Twitter a la periodista y erudita Mary Beard, a las víctimas de maltrato y violación en todo el mundo, pasando por los episodios de acoso sexual en Hollywood, señales del odio y el abuso generalizado que se ha convertido en el enfermizo sello de lo que denominamos posmodernidad.

“El silencio es una carga que soportamos o soportábamos la mayoría de nosotras, unas más que otras, ya que algunas se han vuelto expertas en cómo hacerse a un lado, dejar caer el peso, desentenderse” (“El orgullo es el gran silenciador”).

Su discurso pretende fomentar el debate para explicar y superar la misoginia imperante. Leído el volumen, la madre de todas las preguntas parece ser: “¿Dónde hallar respuestas?” Solnit nos insta a indagar en ese mutismo como un reflejo del desprestigio femenino. Denuncia, por ejemplo, su exclusión del discurso público: “La revelación de que un perfecto desconocido (e incluso alguien a quien apenas conocemos) nos puede humillar, herir e incluso eliminar por el hecho de ser mujeres, de que tenemos que estar en guardia todo el tiempo para evitar ese destino, esa conciencia, quiero decir, me convirtió en feminista” (“Feminismo: llega el hombre”).

La editora de Harper’s Magazine ha escrito, sobre todo, una acusación contra un pasado que refleja y celebra la auto afirmación históricamente ilusa del patriarcado. En relación con ese legado ancestral, hay poco de qué enorgullecerse: “Ni siquiera tenemos una palabra, mucho menos un debate, que denuncie el más común de los asesinatos en masa, el del hombre que aniquila a los hijos de la pareja o a otros miembros de la familia (…) así como a la mujer foco de su ira. Yo propongo el término familicidio (“El hueco que deja el ave que abandona el nido”).

La madre de todas las preguntas también podría ser: “¿Cómo ser escuchadas?” Las respuestas de la autora de Wanderlust. Una historia del caminar (2016) son, de nuevo, preguntas: “¿Por qué conformarnos con preservar el status quo?”. Estos ejemplos, como los anteriores, son los estratos profundos, la fea resaca, del prejuicio machista, un lenguaje que apuntala modismos que, sin que los notemos, actúan para eliminar la autoridad (e incluso el humor) del discurso: “Es el más noble propósito del idioma decir las cosas claras, y al hacerlo, abrirnos los ojos; cuando usamos las palabras para lo contrario, comienzan los problemas” (“El extraño caso del asesino oculto”)

El progreso, si alguna vez tiene lugar, requerirá un replanteamiento fundamental de la autoridad. No consistirá solo en re situar lo femenino. El estado mismo tendrá que ser re definido. No somos nosotras, concluye Solnit, sino el poder el que debe cambiar. El feminismo nació para que tales verdades afloraran, para denunciar la injusticia contra los oprimidos. En La madre de todas las preguntas el dolor se convierte en estrategia. Hoy más que nunca, necesitamos una política que cree espacio y tiempo para la falibilidad.


¿Un futuro sin violaciones,
sin asesinatos?
Preguntas que resuenan
contra el destino de lo marginal,
que suponen un desafío
a la hegemonía
de lo inhumano.

*Traducciones por el autor de este articulo de la versión en inglés, The mother of all the questions (Granta, 2017).

José de María Romero Barea
Romina Lardies



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