Mi cuerpo. De molde de pan a medio hacer. Piel de gallina cuando me respiran en el cuello. Cuerpo que renuncia a los malos tratos.

Rosado. Medio blando. ¡No! ¡Pará! No es rosado. Color piel. ¿La piel de quién? Es un poco mestizo. Negrito.

Ya no se usa decir negro. La modernidad.  No, el respeto. No entendés nada.

Sigo.

Escribe: Soledad Galván
Ilustración: Miguel Galue Piqueras
Edición Cuerpo

De molde de pan a medio hacer. Si fuera un pan sería una baguette, pero pegada a tres más… ¿Se entiende?

De templo nada. Porque le hecho humo. Y bastante sal y harina. Después me arrepiento, ojo, no vayas a creer. Le he metido sexo con desconocidos. Con algunos conocidos también. 

Pero de templo, poco. Es que hace poco que empecé a darme cuenta. ¡Pasás los 30 y zas! Lo que comés queda. El sol que tomás, poco y nada.  

Piel de gallina sí. Cuando me respiran en el cuello. ¿Estreñida? A veces… si le meto casa ajena varios días. Insomnio, me vino así, de poco irse a dormir. Madrugar le da un humor terrible. Ni que hablar si le prendés la luz de golpe. Agarrate. 

De orgasmos fuertes. ¿Hay orgasmos suaves? 

De peludo nada y todo. Si la testarudez que le toco fuera pelo, un oso.  

No salió calladito, es más bien de decir. De patalear. Pierde cosas, le distraen los ojos negros. 

Sabe que se va a morir.  

De dentadura de mierda, pero, por suerte, morder puede. En la cama. Decir en la calle. Protestar en la oficina. 

Uno que renuncia a los malos tratos. Es que lo tóxico lo ve venir cuando ya está pasando. Medio pavote ¿Viste? Igual junta la ira en una contractura crónica que le va de las cervicales hasta abajo del omóplato, ahí donde a casi todos nos gusta que nos rasquen. 

De resaca copada. Salvo si tomó vodka, o aquella vez que anduvo de fiesta en Colombia, le metió aguardiente. Se le apagó la tele. Así dicen los argentinos. Una vez tuvo diarrea y vómitos a la vez, sí, en simultaneo; se intoxicó en el Tayrona, malditos camarones deliciosos de playa. 

Poco atlético. Pero le vino con un cerebro que no para de preguntarse cosas. Inestable, porque vino con emociones.  

Le molesta sangrar. ¿Es que…a qué es incómodo? Sí, sí, hay que amigarse, el mes que viene le toca probar la copa que está de moda. Capaz se siente mejor.  

Se enamora. Pero ya no distingue muy bien que digamos porque se frustró un par de veces. Ahora anda medio así, de mariposas. Tiene esa sensación de seguridad, de ir lejos en yunta. Se siente un poquitín más sexy, pero se sabe ya bastante tentador. 

Come lo que sea. Menos berenjenas. Y zapallo. Y calabaza. Lo último que probó fueron unos dumplings chinos. Le salió un herpes, el que le sale siempre cada dos años más o menos en el mismo puto lugar. Le puso ajo. Parece que resulta. 

Es un cuerpo chapador. Es su hobbie. Le ha traído problemas y buenos momentitos. De algunos besados ni supo el nombre, pero agradece siempre. 

Tuvo brackets. Dolor. Hambre. 

Bailes. Siestas. Buenos vinos tintos. Algunas navidades para el olvido.  

Vuelos. Mudanzas. 13 ó 16 depende, ya perdió la cuenta. 

Las pesadillas le han tocado. La peor fue esa que una bruja la perseguía, o esa en la que volvía con un ex.  

Se juntó, se divorció. Se volvió a revolcar. 

Es que le pasaron un par de años por encima. O por abajo, que no es igual. 

Si escucha a Sabina, busca abrazar a su cuerpo hermano. Es que le extraña.  

Tiene sobrina ahora. ¡Uf se le caen unas babas! pero de lejos, no puede malcriarla de tan lejos…

Se vuelve a mudar, de ropa, de piel, de país, de brazos. 

Le tocó uno inquieto. Feminista. De lengua larga. 

Y a vos… ¿Qué cuerpo te tocó?  


Soledad Galván –Escritora, viajera, profesora de yoga. @soledad299

Miguel Galue Piqueras – Artista.