Huertas urbanas en Londres. Tal vez la experiencia de cultivar el alimento propio en una huerta urbana sea una puerta para conectarnos con ese lado silvestre y emprendedor que tanto se necesita para dar salida a nuestros sentimientos más profundos.

«Lo que más me gusta de la huerta es la calma que siento cuando estoy allí, como si mi mente se amortiguara. Para mí, es un lugar donde puedo estar completamente presente, una forma de hacer meditación que me permite ser una mejor versión de mí misma. Cultivar frutas y verduras es otra ventaja deliciosa…»

.

Por Adelaida Monguillot y Ana Rivadulla Crespo
Fotos de las autoras

Leer este artículo en inglés

.

Así define Samantha Miller la relación que mantiene con su allotment. El término allotment viene del verbo allot, que significa: ‘asignar algo’. Aunque se dice que los allotments han existido en el Reino Unido desde la época anglosajona, durante la industrialización del siglo XIX se desarrolló el sistema actual de alquiler de parcelas para que los trabajadores con menos recursos pudiesen cultivar sus alimentos. A principios del siglo XX las parcelas comenzaron a ser protegidas legalmente, y al final de la Primera Guerra Mundial se pusieron a disposición de todos los ciudadanos. Por este motivo, el sustantivo allotment significa tanto ‘asignación’ como ‘huerto alquilado’.

Actualmente se calcula que en el Reino Unido hay cerca de trescientas treinta mil parcelas en alquiler y que la lista de espera alcanza las noventa mil. Su costo varía si se trata de una parcela completa o de media parcela, y puede oscilar entre las veinte y las noventa y siete libras anuales, dependiendo del tamaño y de la zona.

Samantha Miller (Foto Samantha Miller)

Samantha Miller, diseñadora de interiores, profesora de diseño y aficionada al yoga y a la alfarería, es una de las afortunadas que, desde hace más de tres años, comparte con su compañero Scott una parcela en un allotment en plena ciudad de Londres. Con profundo agradecimiento reconoce: «Es ya una parte totalmente necesaria y preciada en nuestras vidas».

El agradecimiento que siente Samantha le impulsa a querer contarnos e inspirarnos con su experiencia. A cualquier persona medianamente interesada en el cultivo de sus propios alimentos le aconseja que comience ahora. «Es el tipo de trabajo duro que deja tus mejillas brillantes y lleno el corazón. Mi relación con la jardinería se ha profundizado desde que tenemos el allotment, ya que requiere más cuidado semanal que el jardín de nuestra casa. Prestar atención a los cambios que se producen en las estaciones y cómo estas cosas afectan a las plantas, es muy útil y profundamente satisfactorio», reflexiona.

Las actividades basadas en la naturaleza son potencialmente tan variadas y beneficiosas para tratar algunos problemas de salud física y mental que algunos médicos ya están «recetando naturaleza» a muchos de sus pacientes. Este cambio cultural se refleja en los informes recientemente publicados por The King’s Fund (organización sin fines de lucro que trabaja para mejorar la salud en Inglaterra y Gales) titulados ‘Jardines y salud’ (2016) y ‘Prescripción social’ (2017).

Es el tipo de trabajo duro que deja tus mejillas brillantes y lleno el corazón. Mi relación con la jardinería se ha profundizado desde que tenemos el allotment

Otro ejemplo es el estudio realizado por la pediatra Nooshin Razani de la Universidad de California, San Francisco, fundadora del Center for Nature and Health. Su investigación ha sugerido que el acceso a la naturaleza puede prevenir y tratar enfermedades crónicas gracias al efecto positivo que tienen las experiencias comunitarias en la naturaleza (que promueven las relaciones sociales y la actividad física) sobre la reducción del nivel de estrés y el aislamiento. También hay numerosos estudios que muestran que la horticultura terapéutica puede tener beneficios para la salud mental.

El respeto por los vecinos y por la vida silvestre forma parte de las reglas fundamentales y de la filosofía de estas huertas urbanas: «Nuestro allotment tiene reglas sobre cómo debes cuidar de tu parcela y lo que se considera un cultivo apropiado. Creo que son justas y que tienen sentido para nuestra zona, aunque me encantaría que también pudiésemos tener gallinas», cuenta Samantha. «Hay gatos residentes, zorros, ratas de río e innumerables insectos. Es de esperar que una porción de nuestro producto sea mordisqueado por ellos. Los insectos hacen lo suyo, por lo que también merecen un bocadillo», comenta sonriente, y continúa: «Cultivar orgánicamente significa no usar químicos. Creo que hacerlo de esta manera es más sostenible y nos mantiene en una conexión más cercana y directa con la cantidad de energía necesaria para cultivar y producir alimentos. Orgánicamente significa menos pero mejor, significa estar atento, agradecido y menos inclinado al desperdicio».


Samantha también comenta sobre los beneficios de las plantas acompañantes: «Puede ser una forma útil para el control de plagas. En nuestra parcela me gustaría introducir más hierbas, tanto por sus poderes repelentes como por sus usos culinarios. Dicho esto, sembramos cada año capuchinas (taco de reina) para alejar a la mosca negra de nuestros frijoles, ¡y a veces funciona!».

Respecto al sentimiento de pertenencia a la comunidad de las huertas urbanas, Samantha opina: “Siento que la nuestra es diversa y acogedora, ¡y también tiene sus peculiaridades!”. A Samantha le encantaría que se promoviera el acceso abierto a todos los miembros de la comunidad local: «Creo que todos nos beneficiaríamos con su apoyo. Además, cuando formamos parte de algo más grande que nosotros mismos, nos sentimos muchísimo mejor«.

Son muchas las personas de distintas edades, razas, culturas, religiones, creencias y procedencias sociales que conviven en las grandes ciudades. En las escuelas de Londres, por ejemplo, coexisten alrededor de trescientas lenguas maternas. ¿Cómo negociar el propio espacio, nuestras diferencias, la velocidad de este ir y venir cotidiano entre trenes, autobuses, carreteras y calles en las que apenas tenemos tiempo de prestar atención a los árboles que depuran nuestro aire? Un aspecto fundamental de la valentía es ser uno mismo, y la naturaleza es, sin duda, nuestra mejor aliada. El poeta e investigador Stephen Harrod Buhner escribió: «la naturaleza no sabe mentir».

Tal vez la experiencia de cultivar el alimento propio en una huerta urbana sea una puerta para conectarnos con ese lado silvestre y emprendedor que tanto se necesita para dar salida a nuestros sentimientos más profundos. Samantha Miller concluye: «A medida que pasan los años me siento más valiente, no sólo porque tengo un conocimiento mayor, sino porque me doy cuenta de que fuerzas más allá de mí misma pueden frustrar o superar mis esperanzas. Cada año, y de hecho, cada temporada, el allotment me da la oportunidad para reflexionar y comenzar de nuevo. El allotment me ha enseñado paciencia, humildad y aceptación».

Cómo aplicar para una huerta urbana en el Reino Unido
www.gov.uk/apply-allotment

Publicado en la edición Valientes de La Tundra Revista

Ana Rivadulla Crespo @andefilms

Adelaida Monguillot @3argentinas


¿Qué te gustaría leer?
Visita NUESTRA tienda de LIBROS y REVISTAS en La Tundra >>

La Tundra propone un espacio de reflexión y encuentro mediante la lectura de artículos e imágenes que nos hagan pensar y ver el mundo sin telarañas. Si te interesa participar con artículos e ilustraciones nos puedes contactar escribiéndonos un e-mail o respondiendo a las convocatorias.