Estación de Hampstead Heath, Londres
Es pasado medio día y caminamos con Fernando bordeando la loma de un parque se extiende hacia el norte. Mientras hablamos, Fernando va revisando mentalmente el mapa del barrio: «Pensé en encontrarnos aquí porque es más tranquilo». El día está claro y pronto llegamos a un pasaje de cafés y tiendas de antigüedades que se abre a una calle con semáfotos y autos. Fernando pregunta si me parece ir por un café pero prefiero caminar un poco más para reconocer visualmente el lugar que va adquiriendo más y más movimiento mientras nos acercamos a la estación de subterráneos. Mientras tanto le pregunto sobre las cosas que lo anteceden al estreno de su nueva obra.
Entrevista y fotos: Pablo Hassmann / Magma
Fernando Sakanassi llegó a Londres a mediados de 2018 para realizar una maestría en la Royal Central School of Speech and Drama. «Sobre todo por un gusto muy particular sobre William Shakespeare, su dramaturgia, su entorno y la cultura que lo rodeó. Este es el lugar más cercano a la interpretación clásica», afirma. Y justamente, cuando me estaba imaginando cómo retratarlo e integrar el entorno londinense a la entrevista, Fernando me aclara: «Generalmente no tomo café fuera de casa, así que no conozco muchos cafés por la zona. ¡Y mucho menos si son buenos! Pero esta cadena es bastante conocida». Sin decirle que a mí me sucede lo mismo, entramos a buscar una mesa en medio del bullicio británico. Divagando entre una cosa y otra, Fernando dice: «¿Cuándo reconocemos nuestros prejuicios? ¿Cómo deconstruimos ideas que parecen compartidas universalmente?«. Espera, mejor comienzo a grabar, le respondo.
Fernando— Raskolnikova nace a partir de una versión dramatizada de la novela rusa Crimen y Castigo, escrita por David Gaitán, dramaturgo, actor y director de teatro mexicano. Esta obra fue una de las primeras interpretaciones cuándo él terminó sus estudios en la Escuela Nacional de Arte Teatral, y entre 2009 o 2010 me tocó verla. Posteriormente, al finalizar mis estudios le pedí los derechos para interpretarla en Guadalajara. Me parecía muy relevante porque, además de mantener el eje acerca de la novela policial sobre Raskolnikov, personaje principal acusado de matar a una mujer usurera, me generaba la posibilidad del debate. Hoy en día, a diez años de haberla visto, a veces sigo defendiendo la postura de Raskolnikov y, otras veces, creo que hizo mal. Cuando llevamos estas problemáticas al escenario, la intención es generar la posibilidad del debate, algo que se ha perdido en la sociedad, sobre todo en el contexto de las redes sociales y los algoritmos que te hacen pensar que todos opinan como tú .
¿Qué elementos nuevos incluyes en esta adaptación?
Primero hay que destacar que, en la novela de Gaitán, los pensamientos de Raskolnikov son personajes. De esa manera, el actor que lo personifica no tiene que voltear al público para expresar sus pensamientos y cortar la tensión dramática del momento. Acerca del proceso de casting, me gusta estar presente porque así conozco a la persona y sé qué es lo que pueden aportar. Conocía desde la escuela a los actores y actrices que interpretan los personajes, todos muy buenos y comprometidos con la exploración. En esa nueva adaptación, por otra parte, hemos intervenido el género de los personajes: Ralkolnikova (ahora un personaje femenino) será interpretada por Hana Kelly; Porfiri, renombrado Olga, será interpretado por Zoë Clayton-Kelly; Alexander Samietov por Alessandro Piavani; Sonia por Marika Khundadze y Rasumikin por Jack Tivey.
Detrás de los ensayos con los actores está la Compañía Teatro Nómada, que fundaste hace doce años en México, y junto a la que ya has visitado España con su primera producción internacional, Juana Ines de la Cruz (2017).
Como Director Artístico de la Compañía tengo cierta ventaja y privilegio al poder sugerir los proyectos que haremos. Por otra parte, también hay proyectos de Teatro Nómada en los que no me involucro creativamente. Es decir que se generan, se dirigen y se producen sin mí, naturalmente. Los miembros del colectivo viven en Guadalajara y en la ciudad de México, mientras que yo estoy residiendo en Londres desde hace un año y medio.
Cuando comencé a trabajar en la obra, hablé con la co-directora artística y con el productor de la compañía y les dije, quiero hacer esto, ¿cómo lo ven? Al ser un texto que ya habíamos trabajado tiempo atrás, mis colegas en México ya estaban familiarizados, sabían de lo que se trata y les gustó la idea. La Compañía no tiene la solvencia para apoyar económicamente y enviar dinero, pero sí tiene los recursos de gestión para buscar los apoyos necesarios, por ese era mi interés, que la obra pudiera girar en países angloparlantes donde la compañía aún no había tenido acceso por el idioma. Muchas veces, aunque nuestras obras están subtituladas en inglés, no es de interés de los festivales traer una obra donde el público va a tener que estar leyendo.
¿Es el idioma lo único que limita las giras para una obra?
No, porque de hecho las obras pueden ser subtituladas. Pero aun así hay obras que en su origen no son diseñadas para viajar. Pero Raskolnikova, en términos de producción escénica, lo está. Vivimos en estos momentos una recesión absoluta y constante que lleva treinta años. Cada vez hay menos dinero y menos posibilidades, incluso cada vez viajan menos las grandes producciones. De todos modos, que haya menos recursos no significa que un concepto no pueda viajar, al contrario, el concepto viaja mientras que la estructura se puede quedar en casa. Sin embargo, el concepto, el significado y la brutalidad de una producción escénica sí pueden quedar impresas obligándonos a repensar la escena y lectura por parte de los espectadores. Todos nos obligamos a diversificar el signo visual en el teatro. Yo mismo le decía a mis actores: «No se trata de decir la historia, en ese caso el espectador puede comprar el libro. La obra no se edifica verticalmente, sino, más bien, es como un mapa conceptual que se ramifica en distintas direcciones«.
Has estado anteriormente en España y ahora estrenas una nueva pieza en Londres. ¿Qué te parece el escenario europeo para el teatro?
Me parece muy interesante la diversidad en Europa. Lo digo viniendo de un país tan grande donde, en dos horas, cruzas una ciudad, mientras que aquí atraviesas un país donde se hablan otros idiomas. ¡Eso es impresionante! Y ese fue también uno de los elementos que motivó a esta obra de carácter internacional, porque, al hablar de Dostoievski estamos hablando de un clásico universal. Pero ¿quién cataloga a una obra literaria como una obra universal? Desde luego, la cultura occidental. Es decir, nosotros catalogamos como universal algo que, en realidad, corresponde a una fracción minúscula del mundo. Por eso me parece muy interesante hablar de Crimen y Castigo con un elenco internacional y ver cómo una mujer de Georgia interpreta a la muerte o un feminicidio, o cómo lo hace una mujer de Australia. Es una parte de la cultura que ha colonizado desafortunada y afortunadamente a gran parte del mundo.
Siendo parte de una América Latina que surge luego de esta colonización, ¿cómo asumes esa particularidad para integrarla a esta corriente de la cultura en Europa?
Hay una parte del texto que habla sobre la cantidad de muertos que hay en un país. Durante los ensayos, los actores me decían que no podían entender a qué se refería, lo que para mí fue como una pausa porque me chocó. Así fue la primera vez que le vi, desafortunadamente y por la impunidad de los homicidios, el carácter mexicano del texto cuando dice «vivir en un país donde los muertos se acumulan en decenas por minutos«. Esto no lo dice Dostoievski, lo hace Gaitán en su re escritura, quien nos pregunta: «¿Está tan mal lo que hice? Maté a esta mujer que le hacia daño a una sociedad, no me puse a matar a personas en un país donde los muertos se acumulan por minuto, no hay punto de comparación«.
Luego del café caminamos hasta la entrada de subterráneos. Antes de despedirnos, Fernando me invitó al ensayo que harían al día siguiente en una de las salas de la School of Speech and Drama, donde se aprende Shakespeare, e imaginé, sin decirlo, a estudiantes recitando con i-phones u otros objetos del híper capitalismo contemporáneo alzados en sus manos cual calaveras. Y claro, tiene razón, pensé luego: «El concepto viaja, la estructura se puede quedar en casa«, y con ello, todas las resonancias que pueden tener para dos migrantes latinoamericanos que se encuentran a conversar en los suburbios de una ciudad del otro lado del mundo.
Pablo Hassmann Artista visual, fundador de Magma Visual Narratives. @pablohassmann
Raskolnikova
3 al 5 de febrero de 2020
Actors Centre – Londres
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