En la casa de mi familia abundan los álbumes de fotos…
Escribe: Esdian
Ilustra: Lipawalk
Hay fotos de todos los tipos. Desde las pequeñas en blanco y negro con bordes como puntillas (que a veces están pintadas), las de colores en sepia, las ochentosas con sus bordes que no pinchan, las instantáneas, hasta las más nuevas, a las que con mi hermano le pegábamos durante los años 90 stickers con expresiones. Siempre me llamaron la atención. Mi familia no tuvo acceso a bienes materiales ni a grandes lujos hasta entrado el peronismo a fines de los años 40. Sin embargo, las fotografías aparecen en su historia como una perla en el medio del Mar Negro.
Una vez le pregunté a mi papá por qué había tantas y por qué todas las tenía él.
Me respondió que así no iba a olvidarse nunca de nadie, que volver a verlas le «refrescaba la memoria». Y ahí me dijo que, en realidad, era una tradición familiar.
Mi abuelo Dikran y mi abuela Esdian escaparon de Armenia dejando allí sus paisajes, los rostros de sus familiares y amigxs, los aromas, la música, su alfabeto y todas sus pertenencias llevándose para siempre en sus retinas las imágenes de una tierra ensangrentada que jamás volvieron a ver. Por eso se dedicaron a llevar registro de su vida de la mejor manera que pudieron y de tener cada rostro atesorado en una fotografía. Para no olvidar jamás y como ejercicio para recordar a las personas y a los nuevos lugares que los recibieron luego de tanto sufrimiento.
Una historia que recuerdo y cuento cada 24 de abril*.
*El 24 de abril es el día de conmemoración del genocidio armenio. En Argentina, la ley Nº 26.199 declaró el 24 de abril como el «Día de acción por la tolerancia y el respeto entre los pueblos».
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