Ivanke (Iván Kerner) es un ilustrador argentino que tiene un sueño: acercar el arte a los niños de todo el mundo.
Para eso creó Pequeños Grandes Mundos, un ambicioso proyecto que recorrerá un total de 40 países en 550 días. PGM comenzó hace casi doce meses y ya ha visitado México, Bolivia, Ecuador, Colombia, Panamá, Guatemala, Perú, Cuba, Japón, China y Laos. Uniendo sus dos grandes pasiones, los viajes y el arte, Ivanke continuará su recorrido por la India, Nepal, Palestina, Israel, Mozambique, Kenia y Marruecos entre tantos otros. Desde Laos, Ivanke, le contó a Silvina De Vita algunas de las experiencias más emotivas de este sueño que se convirtió en una realidad.
Entrevista: Silvina De Vita
Edición impresa
Pequeños Grandes Mundos condensa las cosas que más amo en la vida: el arte, los chicos y los viajes. La idea surgió de golpe, como si me atacara un perro en una noche oscura. Y ya no hubo vuelta atrás. No tenía idea de cómo lo llevaría a cabo, pero sin embargo, desde el primer instante tuve la profunda certeza de que eso, y sólo eso, era lo que tenía que hacer”. Así describe este viajero apasionado la idea de su poético proyecto. “Hice un financiamiento colectivo, más algunos ahorros personales, y salí a la aventura. Debía hacerlo por mí, por muchos niños, y, en definitiva, para intentar, desde mi humilde lugar, aportar un granito de arena para construir un mundo un poquito mejor”.
Lejos de quedarse en una esquina de su mundo viendo la vida pasar, Ivanke, prefirió ser parte del mundo mismo a través de este recorrido que acerca culturas. ¿Cuál fue el impulso que siguió para concretar este sueño? “Mis ganas de llegar a cada rincón del mundo y de poder dibujar con chicos y chicas de muchas culturas, conocer diferentes comunidades, así tuviera que llegar a la montaña más alta o a la selva más recóndita. Mi sueño, a lo largo de esta aventura, que atravesará cuarenta países, es brindar espacios de expresión a estos chicos que viven otras realidades”.
Con esta idea, Pequeños Grandes Mundos llegó a escuelitas de frontera, a orfanatos, a pueblos remotos y a lugares que no figuran en las guías de viaje ni en las agencias de turismo”. A fin de documentar tamaña aventura lo acompaña Sofía Nicolini Llosa, que está encargada del registro audiovisual.”Estamos haciendo un documental y un libro con lo mejor de la experiencia”, cuenta Ivanke.
Atravesar países y realidades tan diversas no pueden dejar de sorprender a cualquiera, e Ivanke, por supuesto, no es ajeno a esas vivencias. “La experiencia con comunidades indígenas en la selva fue increíble, en especial en Tiweno con una de las comunidades Waoranis que habitan el Amazonas ecuatoriano. No importaron las horas en buses destartalados, el viaje en una canoa que a cada instante parecía que terminaría dándose vuelta, la lluvia infinita, los miles de mosquitos y las nueve horas caminando por la selva. Valió la pena… En la mochila llevaba témperas y tuve el privilegio de ver esas caras de sorpresa, sus ojos, abiertísimos, al descu-brir que mezclando azul y amarillo podían for-mar el verde de sus árboles y que, con sólo combinar blanco y azul, podían crear el celeste del cielo que nos envolvía. Valió la pena, porque en esa mochila, también llevaba un pequeño proyector portátil y una noche llena de estrellas, y por primera vez en su vida, esos chicos, —y también sus padres y abuelos—, pudieron ver una película y reír a carcajadas con dibujitos animados”.
Todos los esfuerzos físicos que se requieren para llegar a esos remotos parajes se vieron recompensados con la vuelta a la sencillez y al descubrimiento del encuentro con el otro. “Pude aprender de su alegría y disfrutar de su risa constante,—continúa Ivanke cada vez con mayor entusiasmo—. Pude confirmar el valor de jugársela por un sueño y de sentir, a más no poder, cómo el amor y el arte, pueden unir culturas y transformar realidades”.
Con respecto a las barreras idiomáticas que pudieron haber entorpecido la comunicación Ivanke confiesa que, aunque su verdadero temor era el día en que pisara suelos asiáticos, todo se disipó rápidamente en el primer taller de ilustración, en un hermoso parque de Tokio, Japón donde se despejaron todos mis miedos”. Como broche de oro de la historia “algo así como un sueño dentro de otro sueño”, continúa Ivanke, “fue el hecho de haberme enamorado. Mey era una amiga, también dibujante y maestra de arte para chicos. Hoy en día estoy viajando por el mundo, dibujando con miles de chicos y me acompaña la mujer más linda del planeta, mejor imposible”.
Pequeños Grandes Mundos fue declarado de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación Argentina, de Interés Educativo por el Ministerio de Educación de la Nación Argentina, de Interés Artístico y Cultural por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto y por la OEI, Organización de Estados Iberoamericanos.
Pequeños Grandes Mundos | Fotos cortesía de Ivanke
Silvina De Vita es diseñadora gráfica, ilustradora y artista en papel. Nació en Argentina y vive en Londres. @silvina_dv