Pablo Grillo es director de animación de Framestore, uno de los estudios de animación más conocidos del mundo. Con películas en su haber de la categoría de Harry Potter y Paddington, internacionalista y londinense, como él se describe a sí mismo, y hablando con un sutil acento argentino, es imposible no interesarse por su nutrida historia entre criaturas y personajes tridimensionales.

Entrevista: Silvia Demetilla
Fotos: Matías Galán

La palabra desafío aparece frecuentemente en el vocabulario de Pablo Grillo, su principal motivación para no caer en la monotonía y en las recetas prefabricadas del cine: «Todas las comisiones que hice han tenido algún aspecto interesante y curioso. No me interesan los trabajos donde se utiliza una fórmula. Para mí es genial el proceso de descubrimiento, de cómo puede ser un personaje»

La creación de personajes envuelve una serie de disciplinas que Pablo maneja a la perfección y que le brindaron la posibilidad de participar en el nacimiento de muchos de los seres más recordados en la historia de la animación de los últimos tiempos.


Trabajo con gente de todo el mundo y distintas lenguas. The great thing es que son apasionados. La artesanía y la diversidad de los humanos que hacen estas cosas geniales son fantásticas.

En veinticinco años de carrera es fácil imaginarse que gran parte de su vida transcurrió en sets de filmación y que su aprendizaje fue a la par de un crecimiento constante en la industria del cine. El Hyppogriff, personaje de Harry Potter y el prisionero de Azkaban, es uno los más queridos por el autor: «Es un caballo con cabeza de águila y alas del que me hice adicto porque tenía naturalismo, no parecía animado o un cartoon y en su momento no se usaron las herramientas obvias de la animación». Al referirse a Alfonso Quarón, director de esa misma película, Pablo no tiene más que palabras de elogio: «Me parece un gran director. La escena cuando vienen a matar al Hyppogriff fue filmada por Cuarón con la cámara en la mano y eso le dio un naturalismo, una vitalidad inglesa. Para mí ahí está la performance, son esas cosas que te dejan una buena impresión y sabés lo que viste pero a su vez es mágico».

Antes y después en Paddington. Cortesía Studiocanal.


El naturalismo no es azaroso en su vida porque Pablo estudió la carrera de Biología en UCL. «Creo que de alguna manera, esa fue mi rebeldía. Teniendo un padre muy artístico y creativo, —el animador e ilustrador Oscar Grillo—, pensé que podría tomar una dirección independiente”, cuenta reflexivo y recuerda que de chico miraba mucho cine y leía libros de animales y ciencia. Lo que más le interesaba era la biología —y en particular la anatomía—, pero sobre todo le atraía la manera de pensar científica: «Es algo que se puede aplicar mucho en la creación de personajes. La ciencia te da una apreciación por la causalidad, una manera de pensar expresiva y creativa pero a través de un proceso que tiene que ver con la anatomía y la física. No tiene que ver solamente con el aspecto físico de las criaturas, cómo caminan, cómo se mueven por el espacio, los límites de su cuerpo y lo que pueden hacer, sino también con la actuación, porque tienen una psicología, intenciones y necesidades. Pensar de esa manera me ayuda a crear personajes dramáticos y con mucha realidad«.

¿La creación de seres animados se compara con la magia? Pablo Grillo asiente: «Es un proceso mágico. Empezás a vivir el mundo a través de esta cosa que no existe pero que, de alguna manera, tiene todas las dimensiones de una persona de verdad, un animal o una identidad».


El hecho de haber nacido y crecido en una ciudad tan diversa y cosmopolita como Londres seguramente satisfizo su necesidad de emigrar y estudiar en otros países: «Nunca me fui. De alguna manera, este es mi mundo. Además, como soy hijo de inmigrantes que a su vez son hijos de inmigrantes, no tengo mucha sensación de nacionalidad o de raíces. Tengo hábitos que me conectan con varias culturas, por lo que me siento bastante internacionalista. Trabajo con gente de todo el mundo y de distintas lenguas. La artesanía y la diversidad de los humanos que hacen estas cosas geniales son fantásticas, lo mejor de este laburo».


Alguien que no pertenezca a la industria del cine puede pensar que los animadores se pasan todo el tiempo en sus computadoras sin interactuar con el resto del equipo. En el caso de Pablo, nada más errado, ya que él participa en la concepción de la película o guiando a los actores y al equipo en la filmación. Su trabajo con J K Rowling, por ejemplo, fue uno de los mayores logros de su carrera. Refiriéndose a las películas de Harry Potter y Fantastic Beasts, comenta: «Ella fue fundamental. Es una de las cineastas principales y entiende completamente su mundo. Su consejo es esencial porque la coherencia depende de su visión». El proceso de filmación es complicado y abstracto: «Es complejo ya que no es lineal y puede desorientar».


Por una cuestión meramente económica y de tiempos de filmación, hoy en día se recurre más a la filmación en sets de rodaje que en escenarios naturales. «Hay una magia de lo que se filma en vivo, cuando la coreografía explota, que se va perdiendo. Aunque la capacidad de los efectos visuales sea cada vez más fantástica es un proceso más frío», apunta Pablo.


Charles Chaplin, el cine europeo, las comedias clásicas de los años sesenta, Fellini, Bergman, Tarkovski, las películas de la Nouvelle Vague, del Hollywood de los cuarenta, las comedias del cine mudo y las modernas ‘bien hechas’ forman parte de su menú de cine. «No tiene que ser fantástico. Yo caí dentro de la animación, pero me inspiro en esas cosas que veo como gran arte y dicen algo esencial de la vida real, del mundo verdadero«, cuenta el admirador de directores como Jonathan Glazer.


Hay personajes de películas de animación que tienen cierta eternidad. Pablo señala que, sin lugar a dudas, Paddington podría pertenecer a esa categoría: «Yo pienso que Paddington ha tenido ese impacto. Su popularidad entre los chicos fue enorme porque es un personaje encantador y universal de Michael Bond». También reaparecen los nombres de los personajes de Harry Potter: «Mi hija no quería leer. Le insistimos con el primero de los libros y después leyó los otros siete en dos semanas. Me parece increíble su impacto. Me sorprendo también cada vez que me dicen que alguien se dedicó a la animación por alguno de nuestros personajes. Eso también es un gran impacto».


El cine independiente es otra de las fascinaciones de Pablo. A pesar de vivir rodeado de guiones, personajes de película y animación, Pablo dice que la realidad no le aburre: «En el mundo hay más locura y surrealismo del que se pueda poner en la pantalla. Mirá lo que está ocurriendo con la política global o en la calle de todos los días… Me encanta el mundo verdadero, el caos, la música. No soy un fantasista y, lo que es curioso, no tengo tanto interés en el cine que hago. Tengo una necesidad creativa y personal de armar cosas».


Probablemente algo del perfeccionismo y la meticulosidad en su profesión haya sido heredado de su padre, el animador argentino radicado en Londres desde los años sesenta, Oscar Grillo. Pablo reconoce haber aprendido muchísimo de él: «Yo le debo todo a él. De alguna manera soy culpable de haber sido pasivo en mi camino. Oscar es una persona que tiene una motivación y pasión singulares. Él se inventó a sí mismo y yo estuve ahí para verlo. Tenerlo a él como padre me expuso al gran arte, a gente interesante del mundo de la música y la ilustración. Me hizo realmente entender qué es la expresión. Tengo mucha suerte ya que me dio algo fundamental que es el buen gusto, una estética natural que me ayuda en mis trabajos. Al mismo tiempo me dio la sensación de que lo que hago es algo muy comercial, una basura», dice riendo.

Encontrar los puntos en común y aquellos en los que no estaba tan de acuerdo con su padre pudo haber sido una tarea complicada, pero como dice Pablo: «Al final, siempre estamos de acuerdo y es divertido”.


Con un proyecto actual que no lo deja imaginarse algo mejor (y a nosotros no nos permite siquiera mencionarlo), Pablo no le teme a los nuevos desafíos en su carrera. La dirección de una película, entonces, parecería ser el paso obligado para colmar sus expectativas: «Me gustaría probar, sé que podría hacerlo. Ser un buen director requiere de mucha tenacidad y para dirigir bien tenés que vivir esa película únicamente, olvidándote de la familia y de los amigos. Ahora no es el momento, pero en el futuro me gustaría tener la oportunidad de mostrar toda la historia».

Silvia Demetilla @silviademetilla

Puedes encontrar esta entrevista en La Tundra ‘Efímero & Eterno’ >>

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