Creadora del sitio Knitting Baires, Licia Santuz se suma a la legión de artistas que transforma el espacio urbano a través de la técnica ancestral del tejido y que hoy se describe como graffiti de lana o yarn bombing. Santuz es una artista plástica italiana que se graduó en Santiago de Chile y vive mayoritariamente en Buenos Aires, Argentina, aunque regresa a Italia varias veces al año.
Entrevista: Mercedes Cicchero
Fotos Martín Zabala
“Soy artista plástica y pintora. Un día vi en la televisión y de casualidad en un canal de afuera a alguien que cosía una bufandita de lana en la rama de un árbol y quedé fascinada. Miré en Internet y encontré el grupo de Salty Knit. Desde ese momento empecé a tener al crochet y juntar lana, para un día salir a colgar algo que no sabía muy bien dónde ni cómo sería. El graffiti de lana es una forma que está muy difundida en la actualidad, en todo Europa y más en los países nórdicos”, prosigue la artista.
Lo que más la sorprende de sus creaciones es la reacción de la gente cuando ve su obra: “El asombro que produce en el otro, la alegría que provoca ver algo tradicional fuera de contexto, y el juego de colores que les alegra el día. Así me dicen y me agradecen por embellecer la ciudad”.
¿Cuáles fueron tus inicios en el yarn bombing, una técnica que si bien podría considerarse tradicional requiere un trabajo de confección previo y una planificación?
No trabajaba tanto con lana, aprendí con mi mamá de chica, pero poco… tanto que tengo siempre que aprender nuevos puntos para hacer algo nuevo. Tengo una profesora, Teresa, la veo en Youtube, The art of crochet by Teresa. Lo recomiendo.
¿Cómo surge Knitting Baires?
El nombre lo creé yo, me pareció armonioso el significado y en la pronunciación también. Estoy viviendo en Buenos Aires desde el año 2002. Así que es como mi ciudad, estoy aquí la mayor parte del año.
¿Cuál es la finalidad de esta forma de arte?
Juego de colores, es como pintar un cuadro con una mayor libertad. En una pintura siempre importa el uso de la razón porque atrás está la historia del arte y es un gran compromiso, tiene un peso. Con la lana soy totalmente libre porque combino sin pensar mucho en el resultado. Mucha alegría y esa cosa especial que se siente cuando uno crea. Estudio con un pintor, Hugo Oldach, que me ayudó a comprender este concepto”, cuenta Licia entusiasmada.
La reacción del público en general es buena y receptiva.
A veces trato de no decir o digo que hago algo tradicional, depende de la persona que me pregunte. La gente en general se alegra, me felicita y me pregunta si después lo voy a sacar o lo dejo toda la noche.
Licia recuerda con tristeza una tarde en pleno mundial de fútbol donde estaba colgando sus graffitis es los bosques de Palermo en Buenos Aires desiertos, y una persona en situación de calle se le acercó mientras ella estaba subida a su escalera. Tuvo miedo y llamó a su pareja por celular. En general trabaja sin ayudantes ya que por el momento no lo considera una creación colectiva: “No busco colaboradores porque es un gesto personal, una creación mía, sería como pintar un cuadro con otra persona. Mi hija Luna me ayuda en la logística si yo no estoy”.
Algunas veces su trabajo es requerido para decoraciones y ambientaciones, pero no acepta condicionamientos estéticos: “Llevar a cabo un encargo es un orgullo mientras no me pongan condiciones o restricciones con los colores, sino prefiero no hacerlo. A veces son cordiales, otras veces se sienten seres superiores porque pagan, y sinceramente no quiero eso. El parque es mi galería de arte. Luego de la nota del diario Clarín me llegaron muchos encargos”
“Estoy muy contenta con lo que me está pasando después de tanta soledad en sentido artístico y de pagar a galerías para que acepten mis cuadros para exponer. Pinto con más liviandad y tejo con el corazón contento, conectada conmigo misma”, concluye Licia.