De niña me gustaba más jugar con los botes de basura que con juguetes nuevos, ya que las posibilidades eran infinitas y jugar con la distorsión de la realidad me resultaba más divertido.

La risa es su motor de vida y su cable a tierra. Graduada en LISPA, The London International School of Performing Arts, la dramaturga, directora y clown mexicana Gaby Muñoz presentó Perhaps, Perhaps… Quizás en MIME, el Festival Internacional de Mimo de Londres.

Entrevista: Adelaida Monguillot y Ana Rivadulla Crespo
Foto: Gemma Tweedie

La risa le ha dado un sentido de pertenencia en el mundo, le ha permitido crear hilos invisibles de complicidad y empatía con gente desconocida y sin siquiera tener que hablar. “Gracias a que me puedo reír entiendo el pasaje maravilloso que es estar vivo”, confiesa. “No importa la nacionalidad, género o estrato social, algo más ligero nos une en la profundidad”.

Cada función de esta obra ha sido y será única e irrepetible. Greta Merengue (el personaje creado por Gaby Muñoz) improvisa y ensaya su encuentro con el amor verdadero mientras camina hacia el altar. “Greta es mi extensión, es la versión más acentuada de todos mis matices, de mis emociones más humanas y libres. Ella da voz a las cosas que a mí, Gabriela, me suceden”. Y continúa: “Me encanta no saber qué puede pasar en escena, me encanta la frescura de mis reacciones ante eventos no esperados o previamente trazados. Siempre juego con el público y, en este primer montaje, una persona del público me acompaña como testigo en casi toda la obra. Esta persona, para mí, es quien me inspira a contar, a jugar. A diferencia de un actor, yo no reacciono ante direcciones sino ante provocaciones porque esa es la realidad del payaso, no la de representar sino la de experimentar, ahí mismo, la vida y la muerte”.

El personaje de Greta surge en 2010, inspirado en las obras Miss Havisham de Dickens y The Lady of the House of Love de Angela Carter. “Mundos decadentes y el paso del tiempo guiaban la urgencia por encontrar el anhelado amor… sobre todo el amor propio o la falta de éste”, cuenta Gabriela. “Me gustan las historias que rompen con lo esperado, lo que se lee entre líneas, las sorpresas narrativas, las historias que tocan con elementos de realidad pero se presentan de manera fantástica, donde puedes viajar en el tiempo y perderte en un mundo completamente creíble”.

Foto Jimena Carranza

Cuando creó su espectáculo, Gabriela pensó en el silencio como el motor narrativo. Quería que el espectador pudiera tener tiempo para observar, para sentir de una manera honesta y no manipulada por ella. “Era más bien como una mirilla por donde podían observar la cotidianidad de esta mujer en búsqueda del amor”, explica. “Creo que fue ahí cuando ese puente entre el público y el clown se creó”.

Su intención no es conectar desde un nivel intelectual, de razón o pensamiento, por eso utiliza sonidos “que son una extensión de las emociones que vivo en escena y, de alguna manera, el personaje se vuelve universal, atemporal”, afirma.

La creación de Gabriela se basa a partir de la imagen, su mayor fuente de inspiración: “Me imagino historias detrás de momentos suspendidos, entonces creo un rompecabezas que me va ayudando a descifrarla”, nos cuenta mientras rememora uno de esos momentos: “Desde niña me gustaba más jugar con los botes de basura que con juguetes nuevos, ya que las posibilidades eran infinitas y jugar con la distorsión de la realidad me resultaba más divertido. Mi mamá nos llevó desde pequeñas a una escuela donde reciclábamos basura para transformarla en arte… aún tengo unos angelitos de Navidad hechos con cartones de papel de baño, alambre y cartones de leche”.

Foto Eduardo Loza

Al hablar de la actualidad, Gabriela confiesa: “Me preocupa el mundo en el que vivirán mis sobrinos y mis hijos, un mundo en donde cada vez el camino será más solitario por decisión, menos tribu, menos comunidad, menos comprometido con nuestro entorno, con la naturaleza, un mundo consumista y violento, intolerante y separatista”. La propuesta de Gabriela simboliza una “caricia que nos recuerde que al final del día seguimos sintiendo y queremos amar y ser amados… me gusta mostrar que con muy poco se puede generar un mundo, contar la historia que uno quiera”.

Este deseo de conexión y transformación ha llevado a la reconocida clown a formar parte en varios proyectos de compromiso social: “Conflict Transformation fue un proyecto en Medio Oriente en donde con mi socia, Sabine Choucair, trabajamos en diferentes campos de refugiados palestinos con la intención de transformar un conflicto por medio del arte. En este caso el tema era el desplazamiento”. Y continúa: “Al empezar la guerra en Beirut, Sabine me alcanzó en México y fue ahí donde empezamos a probar la labor de clown social. En un coche de segunda mano viajamos por el golfo de México y trabajamos hasta formar nuestra compañía Clown Me In”.

De este modo, ambas pudieron viajar a diferentes países con la intención de trascender conflictos a través del clown. “Después llegó Clowns Without Borders USA. Como nos ofrecían una plataforma más estable y con mayor trayectoria, decidimos empezar a colaborar. Hoy en día hago más trabajo escénico y de producción”.

Sin lugar a dudas Gaby disfruta riéndose pero por sobre todas las cosas haciendo reir a los otros.  “Vivo en un país donde siempre hay oportunidad para ayudar a las poblaciones más vulnerables… y qué mejor que hacerlo con la risa”, concluye.

Las autoras:

Ana Rivadulla Crespo (España). Vive y trabaja en Londres como Psiquiatra de Niños y Adolescentes y como Psicoterapeuta Psicodinámica.

Adelaida Monguillot (Argentina). Vive en Londres y es guitarrista del trío @3argentinas