Historiadoras, eruditas e investigadoras varias han tratado de indagar y ofrecer pistas acerca de la verdadera identidad de Egeria, la viajera posiblemente hispana que, a finales del siglo IV, se aventuró a peregrinar hacia los territorios que la tradición cristiana aunó bajo la denominación de Tierra Santa.

Escribe Teresa Pallarés Ramos

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Son muchas quienes la califican de miembro de una comunidad monástica femenina en la actual región de Galicia, mientras que para otros habría sido una acaudalada matrona romana vinculada a la familia imperial. Un largo etcétera de hipótesis que, simple y llanamente, traduce el misterio que todavía hoy rodea a la vida de un personaje histórico formidable por la vastedad geográfica de sus hazañas y la familiar precisión que caracteriza a su prosa.

Porque esta mujer es la autora de un manuscrito que recibió el título de Peregrinatio o Itinerarium, denominaciones ambas que se refieren al viaje que, vía por tierra y mar, llevó a Egeria a recorrer in situ los lugares descritos en las narraciones bíblicas. Y es que, en plena debacle del imperio romano de Occidente, se adentró en las aguas, desiertos y cumbres de lo que habría de ser la ostentosa Roma de Bizancio, aquella que habría de pervivir durante casi mil años.

Mapa del mundo de 1581 aparecido en el Itinerarium Sacrae Scripturae de Heinrich Bünting (1545-1606) con Jerusalén en el centro del mundo.

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Egeria, suponen los expertos que ya madura, porta un diario de viajes junto a ella. Hoja de ruta que, acompañada de la constante presencia de una Biblia a modo de atlas, le permitió relatar y describir con exquisito y simple detalle todo tipo de vicisitudes y gentes encontradas. Fallecida posiblemente en Constantinopla, su obra manuscrita se fragmentó y consideró perdida durante siglos, no siendo hasta 1884 cuando el arqueólogo italiano Gian Francesco Gamurrini descubrió en un archivo de Arezzo un manuscrito incompleto del diario de viajes.

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Mapa de Jerusalén. Mosaico de Mabada (Jordania), siglo VI

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Monte Sinaí, Egipto

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Tras leer las ediciones actualizadas que de este manuscrito y de otros descubrimientos se han realizado en años recientes, concluyo que no estamos ante un mero diario personal en que se anotan los hitos encontrados a lo largo de la ruta. Todo lo contrario, pues en la presente era de la comunicación digital, que todo lo conecta y desconecta, Egeria se asemejaría más a un moderna blogger de viajes presta a mantener sus redes actualizadas. Sin embargo, presiento que Egeria desconocía el poder milagroso de la fibra óptica y los aparatos que acercamos al oído pues, si lo hubiera hecho, sospecho que hubiese clamado a gritos que la trasladasen de siglo. Quién sabe: quizás hiciese cola e incluso pelease para comprar el nuevo iPhone.

Pero regresemos al siglo IV…

Egeria es una antropóloga: realiza un inestimable y detallado trabajo etnográfico. Su labor educativa es primordial: a través de sus descripciones se dirige a sus compañeras y amigas, relatándoles con todo gusto de detalles aquello observado y experimentado. Se muestra abierta y diligente, sin albergar duda alguna sobre la utilidad presente y ulterior de su labor escribana. Es plenamente consciente del valor que para sus allegadas, y especialmente para las futuras generaciones de peregrinas y viajeras imaginarias, posee su relato.

Su testimonio es una guía geográfica pero también un manual emocional y referente del sentir femenino y viajero de la mujer de su época. La aventura, el temor y el ansia de conocer y ver más allá de los límites que impone el ojo humano son la herencia literaria, humana y personal que Egeria nos lega. Porque ella misma reconoce al afirmar que “yo, como soy muy curiosa, empecé a preguntar.”

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Mapa de la antigua Constantinopla aparecido en un libro impreso en 1475 por Cristoforo Buondelmonti.

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En los tiempos modernos Egeria sería una Instagramer o Youtuber viajera, con un blog de noticias actualizado a diario y con toda profusión de consejos. Y es que la distancia histórica nunca fue tan borrosa y corta como con ella.

Teresa Pallarés Ramos (España, 1989) es historiadora e investigadora en el campo de las migraciones, actualmente radicada en Bruselas. @tratadodelaincertidumbre


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