Si salís a buscar un coach, necesitás saber a lo que te estás arriesgando. Es un profesional tan peligroso, que está dispuesto a escucharte incondicionalmente por horas (sí, eso incluye los temores y sueños que jamás contaste ni a tus seres queridos).
Escribe: Natalia Sarro
Ilustración Mitucami Mituca
Es alguien que, si le das permiso, buscará comprender tus creencias más arraigadas acerca de quién imaginás que sos y que alguna vez podrás ser, acerca de tus capacidades, tus limitaciones y tus verdades absolutas, para luego desafiarte a que no creas todos esos extraños cuentos que tu mente te dice.
Tenés que saber que un coach se reirá con vos a carcajadas.
No porque pretenda burlarse, sino porque entiende que por momentos te sentís solo, avergonzado o paralizado, e igual se queda. Otras veces te hará preguntas incómodas (y te adelanto, harás todo lo humanamente posible para evitarlas. Pero él no se rinde fácil. Esperará y volverá a preguntar). Y otras, te mirará a los ojos desde el más profundo y demoledor silencio. No temas, es para que por fin te escuches.
Cuando la oportunidad no llega,
hay que inventársela…
El coach es un humano tan vulnerable e imperfecto como vos, pero que está preparado para sumergirse en tus enojos, angustias y dudas —por el simple hecho de que él ya estuvo ahí—. Y porque intuye que si algo te duele por demasiado tiempo, se trata tan solo de un error de perspectiva.
Los coaches no la tienen fácil. Su mayor arte residirá en moverse con delicadeza hacia el punto exacto de equilibrio: lo suficientemente cerca tuyo, para percibir el mundo casi, casi igualito a cómo lo sentís vos, pero a una distancia prudencial para poder estirarte los brazos, sostenerte y mostrarte que no sos una excepción. Que vos también lo tenés todo para caminar distinto. Los buenos coaches celebrarán tu pasado y te acompañarán a que honres con alegría las historias que te has contado (al fin y al cabo, te trajeron hasta acá), y a la vez te recordarán que tu futuro no está escrito en ningún lado. Que tu vida, tu carrera y tus vínculos pueden contarse desde otro ángulo: el que elijas. Y que sí, para crecer tendrás que comprometerte, trabajar con intención y apostar a vos como nunca antes. Lamento decirte: no hay grandes secretos en esto de la transformación. Cuando la oportunidad no llega, hay que inventársela.
En definitiva, los buenos coaches son molestos y no siempre te harán la vida más fácil, pero contá con ellos cuando busques un excelente aliado para sentirte más vivo, humano y consciente, y moverte un paso más cerquita de la persona que viniste a construir.
Natalia Sarro Psicóloga Intercultural, Coach y nómada digital. Nació en Argentina y viaja por el mundo desde que puede. No sobrevive sin sus tres amores: los libros, el mate y el mar. Escribe en su blog Inspiramundo
Ilustración Mitucami Mituca