La periodista Carla Tofano tenía una exitosa carrera profesional en la radio y televisión venezolana cuando emigró a Londres hace once años. En ese momento, y al no poder ingresar en el mercado laboral utilizando el idioma de la palabra, descubrió casi por accidente el arte de modelar para artistas.
Entrevista: Silvia Demetilla
Fotos: Toby Deveson
Edición impresa CUERPO
¿Cuál es tu relación con tu cuerpo?
Vivir mi cuerpo pasa fundamentalmente por el deseo de crear, jugar y ser territorio esotérico, además de erótico. Creo en la indivisible fuerza que conecta la experiencia carnal con la dimensión del espíritu que nos habita y, a su vez, solo entiendo la piel como la expresión visible de todas nuestras emociones. Nunca supe si era una mujer de formas voluptuosas porque soy puro deseo, o si soy cálida y acogedora porque soy físicamente una concatenación de curvas peligrosas.
¿Cómo llegaste a dedicarte a esta profesión?
Había emigrado desde Venezuela al Reino Unido y lo que sería una estadía corta se convirtió en mi realidad sin boleto de retorno. Se abrieron espacios de insoslayables ausencias. El español era, no solo mi razón de ser y mi vehículo preferido para viajar al fondo de las cosas para desde allí describirlas, razonarlas y re imaginarlas, sino que, además, todo mi trabajo consistía en hacer buen uso de mi muy personal elocuencia. Gracias a un feliz accidente del destino empecé a trabajar como modelo de arte, y eso me devolvió la voz que había perdido, no solo la del cuerpo, sino también la del alma.
¿Qué cualidades debe tener un modelo de arte?
Sentir, escuchar y estar inmensamente presente, aunque fabulosamente ausente al mismo tiempo, son cualidades inobjetables en una modelo de arte.
¿Con qué palabra asocias tu cuerpo?
Yo asocio a mi cuerpo la palabra gracia. Es una palabra que siempre me ha fascinado, me suena divinamente profana. Tiene que ver con el don de existir desde adentro y con resultados preciosos en el afuera.
Me cuesta aceptar que asocio mi cuerpo con esta hermosa palabra porque me resulta presuntuoso de mi parte. Pero la verdad es que sí, yo soy gracia y soy infinito deseo. Deseo de ser, deseo de existir, deseo de sentir.
Esas son las dos palabras que mejor definen el lugar de constante búsqueda en el que mi cuerpo se sueña, se piensa y se refleja.
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