Del dramaturgo franco-uruguayo Sergio Blanco y con direccion de Daniel Goldman The rage of Narcissus (La ira de Narciso) pasó por el Pleasance Theatre de Londres.
Escribe: Nazan L. Bamio
Foto: Ali Wright
Llevo sentado frente al portátil un buen rato hasta teclear la primera frase. Primera frase que es esta. Bueno, la anterior. Normalmente garabateo (con permiso del formato digital) unas cuantas ideas generales para ir transformándolas, borrándolas, completándolas y entendiéndolas con el tiempo (Esta, sin embargo, la he escrito de una sentada). Pero en esta ocasión, encontrar las palabras necesarias. No. Necesarias, no. Pertinentes. Se hace harto difícil. Cómo asir una obra que incluye la vida misma y a su vez, en un universo de ficción, la nuestra y su propio mundo; el ojo de un huracán que nos atrapa para hacernos girar inexorablemente hasta que su centro nos repele con tanta fuerza que debemos tomarnos nuestro tiempo tras la caída para saber dónde estamos.
Empecemos, quizá, con la primera sensación. Indefectible. Textos así, contingentes y necesarios, enaltecen el panorama teatral latinoamericano de Londres. Daniel Goldman nos presenta en el Pleasance Theatre, The rage of Narcissus. Última obra que conforma la primera trilogía de auto-ficción de Sergio Blanco, escritor uruguayo que nos genera la duda de si solo existirá en sus textos.
Blanco, adalid contemporáneo de la auto-ficción teatral, pergeña sus obras bajo estos parámetros que rasgan la fina membrana que separa la realidad de la ficción. Lo que parecía una cualidad básica de la creación nunca se había llevado hasta tal extremo. Este tipo de pieza muestra una estructura tramposa en la que, más que enseñar la carpintería, se hace creer que se entrevé. Siempre los lugares tibios han sido caldo de peligros. Lo que el autor utiliza como material en las obras de auto-ficción son experiencias reales y anécdotas vividas entreveradas con situaciones ficticias, haciéndonos dudar de qué es qué. Un travestismo del yo. El término fue acuñado por el crítico y novelista francés Serge Dubrousky. Aunque, como suele pasar en los universos de la creación, reconoció que esta práctica llevaba siglos realizándose sin estar acuñada. Podemos encontrar entonces ejemplos en la Divina Comedia de Dante o, ya en lengua española, gran parte de la producción de Don Miguel de Unamuno. Pero hay que atender a un matiz entre estas propuestas noveladas y la obra de Sergio Blanco. No es lo mismo experimentar la auto-ficción entre las tapas de un libro que en la carne de un actor sobre un escenario.
The rage of Narcissus es una propuesta subyugante que envuelve, que atrapa como un laberinto en el que Blanco decide mostrarnos sus dos caras: la excitación por encontrase y el miedo de permanecer perdidos. Pero, lo altamente peligroso es caer atrapado en sus redes de ficción. A la vista de todos y sin artificio, teje la telaraña donde, pese a saberlo, acabaremos todos presos. Sin quererlo, nos convertiremos en la propia obra participando de su Fatum convirtiéndose es una de las principales características de la pieza. La evolución de la obra depende, intrínsecamente, de la destilación del público ya que todo sucede en nuestra imaginación.
The rage of Narcissus relata el viaje del propio autor, Sergio Blanco (interpretado por Sam Crane), a Liubliana con motivo de impartir una conferencia sobre el mito de Narciso en el arte. Una vez que Sam Crane llega a la habitación del hotel (bueno, Sergio Blanco) se descarga una app de citas con el objetivo de mantener sexo esa noche. Después de que Igor, un joven y apuesto esloveno, deje la habitación del hotel, Sergio (o Sam Crane) topa unas gotas secas de sangre en la habitación y cuyo descubrimiento se irá extendiendo por otras zonas del cuarto. Bajo este hallazgo, la redacción y lectura de la conferencia, y las calurosas noches con Igor, se entretejerá una historia que acabe atrapando, no solo a la propia historia, sino al mismo actor que la interpreta.
Trufado de motivos accidentales reales una puerta a la ficción siempre está entornada, aunque no sabemos en qué momento la cruzamos. La escenografía limpia, limpia y metonímica, recoge en sí el leit motiv de la función. Una habitación conformada únicamente por paredes de espejos evocando a nuestro Narciso. Espejos… que implican reflejos. Reflejos que devuelven al doble y a la distorsión. Un espacio vacío inundado del “Yo”.
Una delicada (por no decir quirúrgica) intervención sobre el texto, por parte de Daniel Goldman, acompaña las necesidades que el libreto exigía para expresarse en plenitud. Liberando en gestos y movimiento los mecanismos de la ficción, nada más y nada menos, el poder creador de la palabra y la imaginación seducida del espectador. Y es que, sin mayor artificio que el propio texto, Sam Crane se vale de su cuerpo y de su voz para relatar la historia de Sergio Blanco con el tono preciso, la intensidad justa y para hacernos viajar con él en su particular viaje a los infiernos.
Estas obras son altamente peligrosas, y es que una vez fuera del teatro, no sabes si te has quedado dentro. ¿Quién puede existir con más verdad que una obra de teatro?
The rage of Narcissus
de Sergio Blanco, con dirección y traducción de Daniel Goldman
Con Sam Crane
18 de febrero al 13 de marzo 2020 en Pleasance Theatre, Londres.
Esta obra ha finalizado.
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