Soy Sole. Vengo de Córdoba Capital, de Las Heras en Santa Cruz y, a veces, vengo de Diamante en Entre Ríos. Hace nueve meses que vivo en Melbourne, Australia.
Mi madre es artista plástica y profesora de pintura y creo que cuando era muy pequeña quise aprender de ella, pero mi ansiedad e insolencia no me lo permitieron. Siempre dibujé, garabatos les llamaría yo. No podía prestar atención en clase, o lo hacía garabateando, codo a codo con “la picha” (otra gota de arte humano). La pandemia y una nueva mudanza hicieron que, por primera vez en treinta y seis años, los garabatos tengan marco y suban a una pared porque alguien los encuentra bonitos (mi muso, llamémosle).
Hasta hace un tiempo, trabajaba dando clases yoga y como moza en un restaurante, aunque aquí en Australia el encierro no ha sido tan extremo pero, de todos modos, han cerrado los negocios porque la situación era insostenible. Entonces, sin buscarlo, comencé a pintar para subsistir y me encontré con que, en realidad, soy yo, siempre fui esta persona: hacedora de garabatos. Incluso tuve mi primer pedido y mi primera oferta por una de mis pinturas.
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Auto-aislación
Las primeras dos semanas entré en un circulo de ver las noticias, leerlas, absorberlas… Tuve miedo, ansiedad y todo cuanto iba sucediendo me afectó hasta los huesos. Mi hermano es psicólogo y hablar siempre sana. Pasé por el descreimiento de la gravedad de la situación a pensar que me iba a enfermar en dos días fantaseando con mil estupideces oscuras. Después volví a Galeano y comprendí cómo el miedo nos domina y paraliza así que decidí transformarlo en precaución y observación. Tuve crisis de identidad y temor, por los míos y los ajenos. Pensé en los médicos, en las madres, en las no despedidas y permití, un poco, que ese dolor ajeno se me hiciera carne propia.
Ahora pinto, camino, cocino. Imagino y sobrellevo la situación nutriéndome por dentro. Veo las caras de mis amigos y de mi familia en la pantalla, ellos hoy son mi salvavidas y mi mayor plan para mañana.
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Mi actividad artística durante la pandemia
Se vio afectada, pero de una manera positiva. El arte germina de una manera más profunda, más brutal y carnal cuando se atraviesan crisis. Sin conflicto, sin obstáculos, caminamos a los tumbos sobre planicies.
Creo que el obstáculo más grande es no poder vender o mostrar el arte, que la gente pueda experimentar un sentir frente a una obra, eso nos lo ha robado esta pandemia, pero también somos afortunados que la tecnología nos da una mano para poder compartir y llegar a incluso a más personas.
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Fortalezas y debilidades personales y colectivas
Mi fortaleza, desde siempre, es que tengo un mundo interno bastante amplio, puedo entretenerme de mil maneras y no me agobia estar en casa, creo que me caigo bien. Como debilidad, mi empatía se ha ido por las ramas, he absorbido cada dolor como propio y eso, al final del día, es agotador. Otra debilidad pudo haber sido haber visto un panorama bastante negro cuando no tenía ni puta idea que iba a ponerse peor.
Definitivamente, como fortaleza colectiva, destaco nuestra creatividad porque no tiene límites y es infinitamente hermosa. Los bailes, los cantos, las video llamadas, los aplausos, las ganas de ayudar y las redes que hemos tejido en el aire.
Y nuestra debilidad siempre será la estupidez. Nuestros egos, la soberbia de creerse invencible. La asquerosa liviandad con la que hemos jodido a nuestros abuelos.
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Datos o herramientas que puedan ayudarles a otros artistas
Personalmente creo es una muy buena idea aprovechar el tiempo para conectarse con otros artistas o utilizar el tiempo para imaginar/crear nuevos espacios. Tener un plan siempre es motivador y nos pone a trabajar en armar los pasos a seguir en un futuro que no está nada lejos.
Pero estoy convencida además de que no debemos presionarnos. Está bien si no creamos nada, está bien si nos sentimos estancados. Lo que para unos será una fuente interminable de inspiración, para otros puede ser totalmente lo opuesto. La mejor herramienta es escucharse como artista, como ser humano y como la vulnerable especie que somos que ha quedado expuesta a la incertidumbre.
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El mundo que nos espera…
Pues es muy raro. Hoy nos esquivamos con extraños, nos peleamos por papel higiénico o nos lavamos las manos cada media hora como loquitos, pero a la vez morimos de ganas de abrazarnos, bailar, compartir y besarnos. ¿Como pienso que será luego el mundo? No sé si es muy alentador, pero tiendo a creer que la mayoría de las veces la impulsividad nos deja en lugares no muy copados. La falta de empleo y el instinto de supervivencia me dan miedo, no voy a mentir, pero espero que nos quedemos con el don y la capacidad de vivir el aquí y ahora.
Soledad Galván @soledad299
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