Salif Keita (Mali, 1949) se despidió de los escenarios con la actuación en El Batel (Cartagena, Murcia) durante el festival La Mar de Músicas. El gran músico maliense anunció hace unos meses su intención de no volver a grabar. Keita ha sido durante los últimos cuarenta años un canto a la diferencia y no hay ningún otro artista en el mundo que simbolice el espíritu de este festival que cumple veinticinco años.
Escribe: José An. Montero
Foto: María Ramos
Salif Keita recibió el premio por “haber superado todo tipo de prejuicios dentro y fuera de África en su defensa de la población con albinismo y de quienes cantan sin pertenecer a la casta griot, y por la inspiración de su poderosa voz y haber sabido mezclar la profunda tradición de su región con los sonidos globales”.
Keita, “la voz dorada de África”, dio un pequeño respiro para el lamento por el tiempo pasado. Habíamos acudido a despedir a un genio y a cerrar un ciclo. Fueron apenas dos canciones para la nostalgia. Bastó que pidiera al público que se pusiera en pie, porque en África la música todavía se baila, para que se arrojase la tristeza por la ventana y se abrieran de par en par las puertas al mundo. Dos horas de maravilloso concierto por el pasado, pero también por lo que vendrá. Porque como nos dejó dicho Saint-Exupéry, “Lo esencial es invisible a los ojos”. El resto es futuro.
La escritora y periodista Lara López hizo de maestra de ceremonias con un discurso que, por una vez en este tipo de acontecimientos, hubiéramos querido que durase horas para que pudiese contarnos tantas cosas de estos veinticinco años del festival.
Lara López, vocera de La Mar de Músicas que tantas noches ha convertido en mágicas con sus presentaciones, quiso también recordar a Paco Martín, el recientemente fallecido director y alma máter de del festival. Veinticinco años en los que el público español descubrió de sus manos, las de Paco Martín y Lara López, pero también de las de Lucy Durán, musicóloga encargada de entregar el premio en esta edición, la música que se hacía fuera de nuestras estrechas miradas de radio-fórmula.
En sus propias palabras Lara López indicó su búsqueda por “reinterpretar las tradiciones y llevarlas un paso más allá, mostrando el papel que la música puede tener más allá del disfrute y la celebración”.
Uno de los momentos más intensos fue cuando Lara López pidió un aplauso para el equipo de Paco Martín en el que “están reflejados todos los principios de pasión, integridad, compromiso y sensibilidad».
En estas sucesivas ediciones de La Mar de Músicas hemos aprendido que había todo un mundo de sonidos por descubrir y nos adentramos en la diversidad de África y del mundo.
Desde 1995, Cartagena se convirtió en un punto de encuentro y de descubrimiento, un puerto al que cada año arribaban naves desconocidas repletas de sonidos, arte y poesía. Veinticinco años en los que el festival recibió a Totó la Momposina, Oumou Sangaré, Susana Baca, Cheick Lô, Pablo Milanés, Omara Portuondo o Gino Paoli, por citar sólo a los ganadores de este galardón.