Licenciado en Filología Hispánica, Javier Cercas obtuvo su primer reconocimiento internacional con Soldados de Salamina (2001), novela ensalzada por escritores como Mario Vargas Llosa y Susan Sontag. Llevada al cine por David Trueba en 2003, dicha novela marcaría no sólo el inicio de un proceso de exploración del inconsciente de la historia tanto de su país como el de su familia, sino también una manera de mezclar géneros literarios como el ensayo de ficción y la crónica. Como él mismo lo explica: “En muchos de mis libros, por lo menos de los últimos años, cuento el propio proceso de hacer el libro”.
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Entrevista: Adelaida Monguillot y Ana Rivadulla Crespo
Foto: Esperanza Gómez Carrera
Traducido a más de treinta idiomas, Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) ha obtenido numerosos y prestigiosos premios, y su capacidad para analizar la complejidad social, política e histórica acaba de ser reconocida con el Premio de Periodismo Francisco Cerecedo en su trigésima sexta edición, galardón que otorga la Asociación de Periodistas Europeos a la trayectoria de personas destacadas y con el Premio Planeta 2019.
“Yo no soy periodista y nunca pensé que iba a escribir en los periódicos, mucho menos de política. Cuando empecé a escribir, escribía sobre mi madre, sobre Ringo Starr, sobre lo primero que se me pasaba por la cabeza, pero cuando llega la historia te preguntas: ‘Mientras padecemos la mayor crisis en Occidente desde 1929 (y la de 1929 acabó provocando la Segunda Guerra Mundial) y yo la estoy viviendo y la estoy viendo padecer… ¿Me quedo igual? Si yo veo que unos tíos en Cataluña se cargan la democracia en nombre de la democracia y parten el país por la mitad y ponen en riesgo lo más básico… ¿Sigo escribiendo de Ringo?’. No me arrepiento de no haberme callado”.
Para Cercas, el rol del articulista es hasta casi opuesto al rol del novelista: “Son dos personajes distintos que conviven en la misma persona. Si el articulista, el ciudadano, el tipo que escribe como yo en el periódico, le gana la partida al novelista, se acabó el novelista, porque sus novelas se convertirán en pedagogía o en propaganda, que es lo peor que puede ser una novela. Y si el novelista le gana la partida al otro, también un desastre. Porque el otro se quedará en la pura ambigüedad, en la nada, en el gris, y ante la injusticia o ante la brutalidad se encogerá de hombros, y eso es letal. Yo intento que se retroalimenten, que las contradicciones, las verdades ambiguas, irónicas y paradójicas del novelista pongan en duda las certezas inevitables, los sí o los no del articulista, y que el articulista cuestione también al novelista”.
En varios artículos publicados en EL PAÍS Semanal (como por ejemplo, ‘Mentir con la verdad’ o ‘Todo era mentira’), Cercas hace referencia a la importancia de desenmascarar las mentiras que se cuentan como verdad. “Las mentiras gustan mucho. Las mentiras tienen un gran éxito. Tú escribes ‘Javier Cercas fascista’ y todo el mundo va a leerlo. Ahora, viene uno y dice: ‘Esta señora se ha inventado todo lo que ha dicho’ y nadie le hace caso. ¿Por qué? Porque nos gustan las mentiras, son más bonitas. Así funcionamos. Por eso creo en lo que dice Gramsci: ‘El pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad’. Hay que saber que somos bichos con muy malos instintos’.
Encuentra la entrevista completa en la edición CUERPO La Tundra Revista