Claudia Piñeiro es una de las escritoras más reconocidas de la literatura argentina. La autora de Las viudas de los jueves comparte algunos secretos de su extensa carrera antes de presentarse en London Spanish Book & Zine Fair.

Entrevista: Ana Rivadulla Crespo
Adelaida Monguillot
Foto: Alejandra López

Edición impresa y digital
Publicada originalmente en 2019


Nacida en 1960 en Burzaco, Provincia de Buenos Aires, la reconocida escritora argentina vivió una juventud de dictadura militar, lo cual le impidió estudiar Sociología ya que la Universidad pública había cerrado las carreras humanistas. Ese obstáculo no le impidió aprovechar sus
variados talentos y obtener el mejor promedio en Ciencias Económicas. Tras recibirse, Claudia entró a trabajar en una empresa de auditoría mundial donde por primera vez contrataban mujeres y eso le permitió ganarse muy bien la vida. Sin embargo, Piñeiro admite: «No era feliz. Lo que yo quería era escribir«. Así que, en cuanto pudo, decidió arriesgarse.

A partir de esa decisión tan determinante en su vida, y a pesar de estar muy agradecida a su profesión como contadora —de la que dice haber aprendido aspectos muy importantes como el estudiar e involucrarse con el conocimiento—, Claudia empezó a formarse como guionista de televisión y a adquirir otros recursos del oficio para poder, poco a poco, abrirse camino como escritora.


El origen del espíritu libre de Claudia se intuye al escucharla hablar de sus padres: «Una cosa que le agradezco muchísimo a mi padre es que, a pesar de ser conservador en cuanto a los aspectos más íntimos de la vida, aunque no en lo político, ya que era un hombre de izquierdas, siempre me obligó a no pensarme desde el estereotipo de la mujer. Si todas mis amigas, en la época en que yo era chica, iban a aprender corte y confección para hacerse su ropa, él me decía que si a mí no me interesaba aprender a coser, tenía que estudiar y trabajar para poder comprar la ropa que quisiera. Él era, en ese sentido, un gran feminista». De su madre, Claudia destaca, sobre todo, su sentido del humor, y la forma que tenía de encarar la vida: «Mi mamá tuvo un Parkinson recontra violento que la imposibilitaba para muchas cosas, pero en el medio de las catástrofes que ella, con ese cuerpo, tenía que acometer, le agarraba un ataque de risa y no podíamos parar de reírnos las dos por esas dificultades en vez de estar penando por ellas. Yo a eso se lo agradezco muchísimo», dice emocionada.

Así como sus novelas muestran tanto la introspección como las necesidades sociales de cada personaje, Claudia admite necesitar tanto de la soledad como del contacto con su pareja, sus hijos y amigos: «La soledad es un estado que me resulta cómodo, quizás porque uno necesita estar solo para escribir, necesita estar solo para leer, pero es una soledad acompañada».

Su necesidad social se manifiesta en su gran interés por la política: «Me gusta pensar las políticas que nos harán mejores ciudadanos, mejor sociedad, mejor democracia. La política está para eso, para que cada vez podamos vivir juntos mejor. Me interesa la política, pero no como algo partidario. Yo no tengo ninguna afiliación política». También aclara: «Soy muy cuidadosa de no manifestar mi elección personal al momento de ir a emitir un voto, pero manifestaciones políticas vivo siempre, especialmente en los temas que me interesan. Otros temas los dejo pasar, y es que soy simplemente una escritora. Me parece que no tengo que opinar de todos los temas».

Sin embargo, Claudia no duda en expresar sus actuales preocupaciones: «En Latinoamérica, hay una gran enfermedad de discriminación hacia el diferente. Me preocupa muchísimo la aparición de manifestaciones en contra de la libertad de una persona para elegir su identidad sexual. Y como eso, lo que dicen también algunos grupos sobre las mujeres y la reivindicación de las intervenciones militares en Latinoamérica. Pero a mí el miedo me hace estar alerta, no me paraliza. El miedo me lleva a señalar todo el tiempo que no nos podemos dejar avasallar por ese pensamiento».

Claudia suele inspirarse en los adolescentes para mostrar la esperanza en sus novelas: “En ellas, los que se salvan, son generalmente adolescentes. Tengo muchísima fe en las nuevas generaciones», aclara y agrega: «Cuando fue la discusión del aborto, los jóvenes estaban en la calle pidiendo conseguir una ampliación de derechos. A mí me dio mucha esperanza para el futuro, me pareció que la juventud argentina de nuevo se interesaba en temas políticos más allá de lo partidario. Esa participación, ese poder pensar y tomar decisiones en conjunto para una sociedad mejor, me parece que es una gran evolución». Claudia compara esta actual participación en los colegios con su adolescencia: «Era la plena dictadura militar, entonces uno tenía muchísimo miedo de participar porque podía estar en riesgo tu vida. Me gustaría ser joven en este momento».

Piñeiro se considera una persona optimista: «Sigo pensando que la educación es el camino para curar una sociedad dañada. En Latinoamérica la educación pública ha ido decayendo en los últimos años y eso provocó una falta de pensamiento crítico, conocer distintos mundos, distintas formas de pensar, y aceptarlas. En este momento hay un gran rechazo al ser ateo, al pensar más allá. Se debería también poder aceptar la no religión de las personas. De todos modos, y a pesar de que los ciclos históricos a veces tienen estos retrocesos, la sociedad siempre está evolucionando», aclara.

Sobre el debate acerca del lenguaje inclusivo y la política de género en Argentina, Claudia se muestra pragmática: «Me parece que la discusión es un poco vana cuando se pone en los extremos. Si el lenguaje inclusivo que hoy se está usando en la Argentina con el tiempo se sigue usando, va a ser lenguaje, y lo aceptará la Real Academia Española. Y si cae y nadie lo usa, dejará de ser lenguaje. El lenguaje está vivo, lo va formando la gente, y las academias aceptan determinados aspectos cuando ya el uso es extendido. ¿Qué me pasa a mí en concreto con ese lenguaje? Si bien en la literatura no lo pude incorporar, tampoco pude incorporar la palabra ‘setiembre’ sin la ‘p’. Aunque en la literatura me sentiría rara, en la vida cotidiana ya he pasado por varias circunstancias en las cuales me era difícil no aplicar ese lenguaje, porque si no lo hacía dejaba afuera a determinadas personas».

Entrevista completa en la edición Valientes

Ana Rivadulla Crespo
Adelaida Monguillot

Claudia Piñeiro en conversación con Fiona Mackintosh (en castellano) en London Spanish Book & Zine Fair 2020 Edición Virtual.
5 de OCT 2020 | ZOOM
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