Ana Gallardo nació en Rosario en 1958. Durante los años setenta recibió formación artística en los talleres particulares de Miguel Dávila, Víctor Grippo, Juan Doffo y otros. La artista realizó exposiciones individuales en Argentina y en el exterior, participando de la 56a Bienal Internacional de Venecia (2015), la 29a Bienal Internacional de São Paulo (2010), y la 7a Bienal do Mercosul (2009).
Palabras y Fotos
Silvia Demetilla
En su muestra ‘Un lugar para vivir cuando seamos viejos’ (2016) en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Casa Rodante (2007) se presenta como la materialización de aquellas cosas que se amaron en algún momento, pertenencias que luego no pueden incorporarse a la realidad del día a día. Por ello, Gallardo construyó una casa rodante con objetos que formaron parte de su vida y que, por razones ajenas a su voluntad, fueron quedando en el camino. Y con ellos, un día decidió recorrer las calles de Buenos Aires, tal vez como una forma cariñosa de despedida de su uso habitual para tomar distancia del apego, pero sin resignarse a perderlos de vista para siempre. Un cambio de uso, una nueva vida para aquello que se amó, pero resistiéndose al olvido.
Durante su carrera Ana Gallardo tuvo la oportunidad de trabajar con ancianos, y ese hecho la movilizó a crear obras donde se cuestiona la vida que ellos habían vivido —o la vida que todos llevan al fin y al cabo— , motivando a la artista a participar de un fino desmenuzamiento del final de cada historia, los sueños y deseos no cumplidos, el arrepentimiento… Reflexiona ella acerca de los caminos elegidos y los porqués, pero, sobre todo, participa de la esperanza de que, aún en el final de la vida, es posible el cambio de rumbo.
Xochiquetzal es un geriátrico para mujeres prostitutas que vivieron en la calle. «Mujeres viejas, pobres y que sus familias no han querido en ningún sentido«, cuenta Ana Gallardo. Ubicado en la Colonia Tepito en la ciudad de México, Gallardo recibió una beca para trabajar en el hospicio y allí entabló relación con una de las mujeres, Estela, a la que debió cuidar, y cuyo cuerpo estaba paralizado por varias embolias. Al principio, ella misma había dudado de su capacidad para hacerlo, pero con el correr del tiempo pudo lograr llevar a cabo la tarea que le habían encomendado. Estela falleció antes de que Gallardo pudiera terminar su proyecto y, por ende, nunca pudo ver el resultado del que, al igual que otras de las mujeres que allí residían olvidadas, forman parte.
La foto principal del articulo es parte de esa recolección de historias en Xochiquetzal, Extracto de un proyecto fracasado (2011-2015).
El Pedimento (2009- 2015), se inspira en las vasijas de Oaxaca (México) mediante las cuales las personas piden deseos a la Virgen. La creencia popular dice que, cuando la lluvia deshace las vasijas, el barro vuelve a la tierra y concede los deseos. Es por eso que Ana Gallardo pide al público que asiste a su muestra que realice una vasija con arcilla y repita este ritual ancestral.
Boceto para la construcción de un paisaje: La Laguna de Zempoala (1965-2010), es tal vez una de las mejores obras de todo el recorrido, con dibujos en carbonilla de gran tamaño.
Un material sensible en el que la artista se abre de par en par y donde cuenta que su madre, María del Carmen murió en Rosario, Argentina (1965) cuando ella era chica, pero que, seguramente hubiera preferido morir en Santander, donde había nacido, o en México, lugar en el que habían vivido en familia.
«Cuando ella murió, Gabriela mi hermana y yo éramos unas niñas de cinco y siete años y no teníamos dónde caernos muertas… Un amigo de la familia le prestó mi papá un lugarcito en el cementerio… Veinticinco años después, este señor tan generoso necesitó ese lugar para descansar en paz… entonces mi papá la cremó pero no supo qué hacer con ella».
En ese momento, Ana y su hermana decide llevar las cenizas de su madre a México: «Decidimos traerla aquí, a México, con la idea de enterrarla en algún cementerio precioso de pueblo como esos que, en el Día de Muertos toman un color, una luz y un sabor diferentes, esperanzador, como que parece que allí la muerte es otra cosa».
Sin embargo, lograr el ingreso de las cenizas en México no fue tan sencillo como ellas habían imaginado…
Luego de haber atravesado innumerables obstáculos, Ana Gallardo y su hermana Gabriela lograron su cometido. Hoy las cenizas de su madre renacen en la Laguna de Zempoala.
Las ilustraciones de la Laguna de Zempoala de Ana Gallardo resultan de una expresividad absoluta y fascinante.
Por momentos es imposible contener la emoción.
Silvia Demetilla Editora, viajera, inventora de sueños a medida.
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