La figura y obra de Virginia Woolf fueron unos de los principios que generaron el pensamiento feminista de la edad moderna. Su manera poética de transformar distintos momentos efímeros de la vida en una concepción espiritual y artística es su herencia a la literatura.

Virginia Woolf se deshizo de todos aquellos prejuicios que entonces implicaban en la literatura y se permitió salir completamente de la narrativa realista, ofreciendo una manera muy personal de expresarse, fusionando la poesía con la narrativa y creando un estilo nunca antes presenciado.

Escribe: Camila Cantos
Ilustra: Diagrama Polar

Virginia Woolf nació en Londres en 1882. Su madre, famosa por su belleza, Julia Prinsep Jackson, fue la segunda esposa de su padre, el novelista, historiador, ensayista, biógrafo y montañero Sir Leslie Stephen.

La joven Woolf fue educada por sus padres en su literario y bien relacionado hogar del número 22 de Hyde Park Gate, en el barrio de Kensington. No fue a la escuela primaria, Woolf recibió clases de profesores particulares y de su padre. La eminencia de su padre Sir Leslie Stephen como editor, crítico y biógrafo, y su relación con William Thackeray (viudo de la hija menor de Thackeray), significaba que sus hijos fueran criados en un entorno de lleno de las influencias de la sociedad literaria victoriana.

Henry James, George Henry Lewes, Julia Margaret Cameron (tía de Julia Stephen) y James Russell Lowell, que fue el padrino honorífico de Virginia, se contaban entre los visitantes de la casa. Pronto Virginia padeció la primera de sus depresiones, con la repentina muerte de su madre, el 5 de mayo de 1895, con tan sólo trece años de edad, y dos años después, la de su medio hermana Stella.

Stella, quien había tomado las riendas del hogar familiar tras la muerte de Julia Stephen, había abandonado la casa paterna para casarse con Jack Hills y falleció durante la luna de miel, a causa de una peritonitis.

La muerte de su padre a causa de un cáncer en 1905 provocó un ataque alarmante en la escritora que tuvo que ser hospitalizada. Sus crisis nerviosas y posteriores períodos recurrentes de depresión, los modernos eruditos —incluido su sobrino y biógrafo, Quetin Bell— han sugerido, estuvieron también influidos por los abusos deshonestos que ella y su hermana Vanessa padecieron a manos de sus hermanos George y Gerald Duckworth, a los que Woolf recuerda en sus ensayos autobiográficos A Sketch of the Past y 22 Hyde Park Gate.

No está demás decir que durante su vida sufrió una enfermedad mental que actualmente se conoce como trastorno bipolar. Después de acabar el manuscrito de Entre actos, su última novela, Woolf padeció una depresión parecida a la que había tenido anteriormente. El estallido de la Segunda Guerra Mundial, la destrucción de su casa de Londres durante el Blitz y la fría acogida que tuvo su biografía sobre su amigo Roger Fry empeoraron su condición hasta que se vio incapaz de trabajar.

El 28 de marzo de 1941, Virginia Woolf se suicidó. Se puso su abrigo, llenó sus bolsillos con piedras y se lanzó al río Ouse, cerca de su casa, donde se ahogaría. Su cuerpo no fue encontrado hasta el 18 de abril. Su esposo enterró sus restos incinerados bajo un árbol en Rodmell, Sussex (Inglaterra).


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Virginia Woolf está considerada como una de las más grandes escritoras inglesas del Siglo XX. Su técnica y estilo poético se consideran entre las contribuciones más importantes a la novela moderna.

Además destacó una importante participación en la vida intelectual de su tiempo, sus ideas modernas, y de manera especial por la reivindicación de un mayor protagonismo de las mujeres en la sociedad.

Obras

Una de sus obras, Una habitación propia, es un ensayo, en parte novelado, que típicamente ha sido considerado el legado de Virginia Woolf a la causa feminista.

Por su parte, su novela Las olas ha sido considerada una de las obras capitales del siglo XX, tanto por la interesante belleza de su prosa como por la perfección de su revolucionaria técnica narrativa. La novela está desarrollada al compás del batir de las olas en la playa, conformándose por seis monólogos interiores, a veces discrepantes, aislados, otras veces casi en coloquio concordante, en los que formulan, desde su infancia hasta sus últimos años, seis vidas múltiples y dispares. Las distintas escenas de esas biografías líricas (que van desde su niñez hasta su madurez) están separadas por una especie de interludios poéticos en los que están compuestos y se describen paisajes en distintos momentos del día, símbolo de las distintas etapas de la vida.   

Otra de sus novelas, Orlando, se desarrolla entre la era Isabelina y el siglo XX, y además, a mitad de camino cambia el género de su protagonista. Sólo una rapidez narrativa como la de Woolf podía tramar un entretenimiento literario semejante, y sólo un autor como Borges estaba en condiciones de volcarla a nuestra lengua.

Orlando sigue considerándose como una de las destacadas novelas de Virginia Woolf, debido a su modernidad y a la presencia de todos los temas básicos de la obra de la autora inglesa: la condición de la mujer, el paso del tiempo y el entretenimiento literaria de la realidad. Novela complicadamente clasificable en la que, como escribió en su día Jorge Luis Borges, traductor de su obra, colaboran la magia, la amargura, y la felicidad.

Orlando detalla las transformaciones a lo largo de cerca de trescientos años del que empieza siendo un caballero de la corte Isabelina inglesa y a los treinta años se convierte en mujer. 

Entre actos (Between the Acts, 1941) es la última novela que escribe Virginia Woolf. En algunos de los relatos de Woolf puede advertirse la aparición del principal objetivo de la narrativa de su autora: la búsqueda del tratamiento del tiempo de manera que permita introducir la escritora en la mente de los personajes, lo que luego se comprenderá como stream of consciousness o flujo de conciencia. En particular, y por su orden cronológico, «La marca en la pared» (The Mark on the Wall), «Lunes o Martes» (Monday or Tuesday), «Una novela no escrita» (An unwritten Novel) y «En el huerto» (In the Orchard) componen un camino directo al momento mágico en que consigue el efecto expresivo buscado con el relato titulado “La señora Dalloway en Bond Street”. Supone, además, crear un nuevo idioma, el que es capaz de expresar la interioridad de la mente, el nuevo espacio a descubrir por la literatura del siglo XX.

Su legado

Recordemos que Virginia Woolf se caracterizó por actualizar el género de la novela, trayendo nuevos elementos que abrieron muchas posibilidades. Introdujo dentro del género, la lírica como forma de expresión, dándole una importancia absoluta al universo oculto de los sentimientos, y, pese a que su mundo era sumamente machista, supo hacerse un lugar y reivindicar el espacio que le correspondía a la mujer no solamente en el mundo de la literatura, sino también en la sociedad en general.

Sin lugar a dudas, es Virginia Woolf una de las escritoras que más ha modificado el género de la novela durante el siglo pasado y una artista simpatizante, que ha sabido volcarse desinteresadamente y de forma intensa al mundo literario dejando obras magníficas. 

Adicionalmente a su obra de ficción, produjo ensayos literarios y se dedicó profundamente a la lucha por los derechos de la mujer.

Nacida en una época donde la desigualdad de la mujer era moneda corriente, Virginia, supo hacer frente a los conflictos sociales y luchó a fuerza de pluma por conseguir un espacio en el mundo literario; como era de esperarse, así fue como lo consiguió, porque era única en lo que hacía, y porque hay que ser muy necio para no reconocer su grandeza y su increíble talento.

Camila Cantos
Diagrama Polar


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