Una epidemia de gerontes invade las redes gracias a la app que nos transforma en ancianos.

Invasión de rostros maltrechos de viejos decrépitos, como parte de una broma.

Palabras e ilustración: Luis Scafati

Pero como diría el viejo Freud, detrás de un chiste habla el inconsciente, y esto nos está señalando los miedos que despierta el envejecer.

Aunque paradójicamente nadie quiere morir joven, tampoco queremos envejecer.

Pareciera que el mundo está hecho para los jóvenes, todo lo que es joven es garantía de algo, ser viejo corresponde al geriátrico, la jubilación, y toda la mierda que puedas imaginar.

Ser viejo equivale (según propone esta aplicación) a una colección infinita de arrugas. Y tal vez no se equivoque, porque si seguimos este camino de frivolidades, no dudo que la población del planeta estará compuesta algún día, por una multitud de viejos chotos, cualquiera sea su edad.

A medida que envejezco, me alienta aquella sentencia de Hokusai, grandísimo maestro del dibujo.

«A la edad de cinco años tenía la manía de hacer trazos de las cosas. A la edad de 50, había producido un gran número de dibujos. Con todo, ninguno tuvo un verdadero mérito hasta la edad de 70. A los 73, finalmente, aprendí algo sobre la verdadera forma de las cosas, pájaros, animales, insectos, peces, hierbas o árboles. Por lo tanto, a la edad de 80 habré hecho un cierto progreso. A los 90 habré penetrado el significado más profundo del mundo. A los 100 habré llegado finalmente a un nivel excepcional. Y a los 110, cada punto y cada línea de mis dibujos poseerán vida propia».

Luis Scafati
Robert Louis Stevenson, Franz Kafka, Ricardo Güiraldes, Hermann Hesse, Roberto Arlt, Jonathan Swift, H.G.Wells, Eduardo Galeano, Ernesto Sabato, Jack London y Pablo Neruda son apenas algunos de los autores cuyos personajes adquirieron forma y vida a través de las ilustraciones de Luis Scafati (Argentina, 1947).


Luis Scafati en la portada de la edición ‘Destino‘.
Foto Luciana Cacciatore en Mad Cool Festival.