La relación del guirre con el hombre a lo largo de los años nos demuestra una vez más que todo en la naturaleza tiene su fortaleza y su fragilidad. Julio Roldán González lleva seis años trabajando en el seguimiento del guirre en la Isla de Fuerteventura y colabora con los anillamientos del ave en la Isla de Lanzarote y el archipiélago Chinijo.

«El hombre es capaz de invertir todo el esfuerzo personal, material, técnico y económico para recuperar y conservar cualquier creación de valor realizada por su especie: unas ruinas romanas, una iglesia importante que se derrumba por un terremoto, un cuadro de Goya que se deteriora con el tiempo. Sin embargo, no es capaz de hacer lo mismo con especies que están desapareciendo a pasos agigantados. Deberíamos entender que cuando una especie desaparece lo hace para siempre, y que no habrá medios técnicos, humanos o económicos que la puedan resucitar. Es a estas obras de la naturaleza, a la biodiversidad en general, a lo que habría que prestar toda la atención.»

Con estas palabras se presenta Julio Roldán González, sevillano que lleva seis años trabajando en el seguimiento del guirre en la Isla de Fuerteventura y que colabora con los anillamientos del ave en la Isla de Lanzarote y el archipiélago Chinijo.

Entrevista: Adelaida Monguillot y Ana Rivadulla Crespo
Fotos: Julio Roldán González
Edición impresa

El guirre (neophron percnopterus majorensis) es una subespecie de alimoche, único buitre presente en todas las Islas Canarias. El Proyecto Guirre está dirigido desde la Estación Biológica de Doñana por uno de los mayores expertos de necrófagas del mundo: José Antonio Donázar. El trabajo de campo que hace Julio con su equipo es fundamental para conseguir información de gran valor científico que no sólo contribuye a la conservación de esta especie en peligro de extinción sino que también representa un referente: «Estamos hablando de una de las poblaciones de rapaces mejor estudiadas del planeta», explica Julio, y asegura que esta experiencia de conservación «puede compartir información, metodología y resultados muy valiosos para otros proyectos de iguales características».

A los catorce años de edad, Julio comenzó a observar las aves del barrio sevillano donde creció: «Recuerdo que pasaba largas horas sentado en una piedra con unos prismáticos de mi padre y una guía de aves que casi no sabía usar». Julio valora la educación como un factor determinante para la conservación, no sólo del guirre, sino del planeta: «Si tuviéramos una asignatura en las escuelas que enseñara los problemas de conservación a los que nos enfrentamos en la actualidad, estoy seguro de que en pocos años tendríamos un cambio significativo en la mentalidad global».


Adulto con ceba en el pico. Se aprecia el emisor que porta en el dorso.

Julio dedica gran parte de su vida a observar y estudiar esta subespecie del alimoche común que, desde hace más de 3.000 años, inició su diferenciación gracias a la llegada del ganado a las Islas Canarias transportado por sus primeros habitantes. Esa relación de interdependencia le permitió al guirre quedarse en las islas. «El guirre es una especie sedentaria ya que reside en las islas durante todo el año. Alcanza la madurez sexual a partir del quinto año, y suele ser a esa edad cuando empieza a formar pareja y buscar territorio». Julio continúa: «Las parejas por lo general permanecen unidas todo el año, y en la mayoría de las ocasiones, durante toda la vida. En cuanto a la relación con los pollos, ambos individuos suelen participar en la cría. Fuera del periodo reproductor se vuelven más gregarios y usan las torretas de los tendidos eléctricos como dormideros comunales».

Guirre adulto en vuelo.

El guirre ha aprendido a relacionarse con los ganaderos. El mutuo respeto y cooperación se manifiesta en su proximidad cuando los ganaderos les ofrecen el ganado muerto y los guirres limpian un entorno putrefacto con alto riesgo de infección. Julio explica: «El guirre es un ave carroñera, cualquier cadáver que encuentra en el campo, desde cabras hasta erizos y otras aves, puede formar parte de su dieta habitual. Cuando sus poblaciones eran saludables, sobre todo en Gran Canaria y Tenerife, era un ave que frecuentaba los basureros cercanos a los núcleos urbanos, por lo que contribuía a limpiar el campo y el extrarradio de los pueblos y ciudades».

Debido a los cambios en los hábitos agrícolas y ganaderos durante los últimos cien años (uso de pesticidas), la localización del guirre ha ido desapareciendo quedando principalmente en las Islas de Fuerteventura y Lanzarote. La existencia de cabras en la ganadería de Fuerteventura ha contribuido a su supervivencia. «El guirre puede verse afectado por muchos factores antrópicos. Desde este año es objeto de un proyecto Life de cinco años de duración para intentar reducir la mortalidad en tendidos eléctricos, así como la detección de cebos envenenados», comenta Julio.


Guirres posados en las cercanías de una explotación ganadera a la espera de alguna carroña.

Los análisis sanguíneos que hacen de los pollos ha permitido detectar otras causas de enfermedad como la presencia de vacunas y antiinflamatorios adquiridos tras la ingesta de animales tratados con químicos. Asimismo, los cambios de legislación y la sensibilización son aspectos fundamentales para la protección del guirre. Por este motivo, a finales del Siglo XX nació el Proyecto Guirre. Julio nos explica: «Cuando el último censo dio como resultado una población reproductora de entre veintidós y veinticinco parejas distribuidas sobre todo en Fuerteventura y alguna dispersa en Lanzarote —habiendo desaparecido por completo en el resto de las Islas Canarias—, se puso en marcha el seguimiento anual de la población reproductora y se inició el marcaje de individuos con anillas de PVC. Estas anillas tienen un código alfanumérico que nos permite su lectura a distancia gracias al material óptico con el que contamos. Actualmente casi el 90% de la población de guirres está anillado, por lo que tenemos información sobre aspectos muy importantes para el estudio y conservación de la especie». Julio comparte satisfecho: «El censo del pasado año dio como resultado setenta y un territorios y más de trescientos individuos, lo que significa que en veinte años se ha triplicado tanto el número de parejas como el de ejemplares».


Actualmente nos preocupa mucho el tremendo impacto que los parques eólicos proyectados en estas islas puede suponer para el futuro del guirre, ya que podemos estar hablando, sin lugar a dudas, de una de las amenazas más mortíferas para esta especie». Roldán Gonzalez


Julio expresa que no entendería la biodiversidad ni el paisaje de las islas sin una silueta del guirre dominando sus cielos. «No se trata de iniciar una batalla entre parques eólicos y guirres. La solución pasa por desarrollar una buena planificación para la instalación de energías renovables en Canarias que desde luego respete el paisaje, los habitantes y su biodiversidad», reflexiona y añade: «En lo que respecta a los parques eólicos, lo sensato sería agruparlos en la misma zona de la isla para que supongan el menor impacto posible».

«Me gustaría que la gente recapacitara un poco sobre lo que estamos haciendo con nuestra casa, con nuestro planeta», insiste Julio. «Un año después del incendio forestal de Doñana, de esas 8.000 hectáreas que ardieron y de esos miles de animales que perecieron en el bosque, sólo nos acordamos unos pocos. El ser humano se ha convertido en el virus que terminará infectando y destrozando cada rincón de este planeta si no hacemos algo para remediarlo». Y continúa: «Lo que nos diferencia del resto de los animales es la capacidad que tenemos para desarrollar planes a largo plazo. Nuestro gran defecto, mirarnos el ombligo, no ver más allá de nuestra zona de confort». Julio concluye: «Del único ser vivo del que huyen los guirres es del ser humano. Es triste ¿verdad?».

La relación del guirre con el hombre a lo largo de los años nos demuestra una vez más que todo en la naturaleza tiene su fortaleza y su fragilidad. Conocer esa relación y conocernos a nosotros mismos supone el mejor modo de convivir en este limitado pero complejo planeta. Si nos atreviéramos a mirar el cielo, quizás podríamos hallar nuestro propio guirre, otro gigante con quien entablar una conversación sin temer encontrar la vulnerabilidad que nos une en este milagroso equilibrio.

Entrevista por Ana Rivadulla Crespo (España). Vive y trabaja en Londres como Psiquiatra de Niños y Adolescentes y como Psicoterapeuta Psicodinámica. | Adelaida Monguillot (Argentina). Vive en Londres y es guitarrista del trío @3argentinas

Para colaborar con el proyecto: Estación Biológica de Doñana (EBD)

En esta página se puede encontrar información interesante sobre el proyecto: www.canarianegyptianvulture.com

Por otra parte hay una petición en Change.org