En tiempos en que la popularidad de la música con loops en vivo invade la escena musical, Juana Molina, precursora argentina de la folktrónica a nivel internacional, tiene ganas de abdicar el trono para recorrer nuevos rumbos. Su versatilidad le permite reinventarse a cada paso de su vida y no deja de sorprendernos. No sería la primera vez y probablemente tampoco la última.

Entrevista: Silvia Demetilla
Intro: Federico Cabral

Juana hizo lo que mucha gente quiere y no puede: cambió. En Argentina todos sabemos lo que el resto del mundo no sabe: que Juana era una actriz de comedia genial. Creativa, original, graciosa, retorcida. Y famosísima. Todos la celebraban. Menos ella. Un día dijo «basta» y se auto desterró.

Exilio de la TV, de los medios, de la ciudad. Juana se fue a vivir al campo para ocuparse de lo que realmente quería hacer: grabar discos. Música rara, original, creativa y retorcida, por supuesto. Música que le sale del estómago, sonidos hechos con los órganos. Por entonces nadie quería a Juana. Ella nos había dado la espalda, había dejado la TV… Hacía una música que nadie entendía. Se había ido a vivir al campo. Era, definitivamente, rara. Nadie estaba contento con lo que ella estaba haciendo, excepto ella. O al menos estaba intentándolo.

Day One.

Para un día poder cambiar, para que el deseo se transforme en realidad, necesitás un primer paso, necesitás el día Uno. El más difícil. El impulso, el que te lleva a otro lugar. Juana logró su propio mantra, que hoy es el mantra de muchos de los que la escuchamos. One day / Day One. Su música y su carrera nos dicen que para tener una voz personal y única, hay que darle la espalda a lo que el mundo espera que hagamos, a lo que se supone que debemos hacer. Hay que seguir nuestra propia voz, con nuestros propios tiempos. No basta con quererlo, hay que hacerlo. Y esto, por supuesto, es lo más difícil.

Todos los caminos de Juana

Siempre hizo música, pero no se animaba a mostrarla. “No soy tímida, era tímida sólo con la música. Ahora estoy mucho más canchera, no necesariamente agrandada sino más suelta, segura y confiada”- nos cuenta JM una relajada tarde de abril delante de un café frío en la casa de su madre, mezcla de cactus y minimalismo moderno. Días antes había podido verla tocar en vivo en el ND Ateneo: un despliegue de coordinación y manejo de sus aparatos y capas de sonidos y voces, autora de su sello propio.

Sus dos looperas Boss no están sincronizadas entre sí lo que según ella le da una sensación de acróbata plena de vértigo, y no duda en canonizarlas “un ángel de la tecnología, que me ayudó a resolver en vivo lo que yo hago en mis discos, donde grabo todo, desde el principio al final de la canción. Por eso son parecidas las cosas que pasan, son como iguales pero no lo son. Es como si sacaras cuarenta fotos de lo mismo sin trípode. Son lo mismo pero por ahí pasa una paloma, se cayó una hojita, pasa alguien, se te corrió la cámara. Son como fotogramas de la misma imagen”.

Luego de diez años de practicar y pulir su estilo personal aparece nuevamente la Juana versátil, la que cambia, la que busca siempre encontrar otra cosa. “Yo no había llegado a la síntesis que llegué hoy, hubiese necesitado diez músicos en el escenario y apenas podía manejarme sola por el mundo. Esta máquina representaba no tener esclavos. Ahora el loop está de moda, pero en ese momento el concepto de tocá eso para siempre no existía. Pero a la vez me gustaría dejar de hacer loops un poco – aclara- no se si voy a poder pero me encantaría encontrar otra cosa”.

Cantar o no cantar en inglés, that is the question…

Juana Molina tiene seguidores en todo el mundo, y muchos no hablan una sola palabra en su idioma. “Una vez uno de los chicos del sello –Domino Records con quienes hizo cuatro discos y está en tratativas de presentar un nuevo proyecto- me dijo que cuando yo empiezo a cantar One day, one day, one day, él siente que hay una expectativa, que la gente reacciona de otra manera cuando hay algo en inglés. Entonces hice unos temas en inglés pero no me siento cómoda porque no tengo mi propia voz, aunque hablo muy bien y el idioma no es tan prestado como antes. El otro día hablando con una amiga –mega estrella de la música nos cuenta- me dijo que mi público anglosajón se merecería una canción en inglés. Si te vienen siguiendo desde hace tanto, tienen tus discos me dijo… Y eso me cambió un poco la perspectiva”. De todos modos eso no significa que vaya a hacerlo pronto y reconoce que tal vez sea un prejuicio propio: “Siento que es un prejuicio mío tal vez, que hay una cosa con el fin de trascender. Porque ¿cuál es el motivo de cantar en inglés? Sin ir más lejos Bjork…”

Para tener realmente incorporado una lengua Juana cree que hay que soñar en ese idioma. “Me acuerdo la primera vez que soñé en francés, era muy chica y me dio mucha emoción”. Tal vez sea resultado de sus varios años viviendo en París y producto de eso que en francés sí dice tener su propia manera de decir las cosas. “En francés hablo como yo misma, no como otra persona. En inglés me está empe-zando a pasar. Pero para escribir una canción es más deli- cado. A menos que seas un genio, si tenés facilidad para la palabra, si tenés el don de la palabra podés escribir en cualquier idioma. Pero escribir con un diccionario al lado me parece que no da”.

Sálvese quien pueda

Juana vive en las afueras de una ciudad enorme, ruidosa y poco cuidadosa con el medio ambiente como Buenos Aires. Pero además tiene ganas de irse a vivir todavía más lejos, escuchar el canto de los pájaros por la mañana y dormirse con la puesta del sol. En una de sus canciones, “Sálvese quien pueda”, habla precisamente del crecimiento desmedido de la ciudad y la poca planificación urbana.

“Esa es mi canción de protesta, la única. Me resulta un tema alarmante y bastante desgraciado. Una torpeza de la humanidad muy intrínseca porque siempre pasó. Una vez leí un libro de Paul Bowles en donde decía que vuelve a París después de varios años –en el ’51- y la ciudad está destruída que perdió toda su magia. Viví en París desde el ’76 hasta el ’82 y me parecía la ciudad más linda del mundo, pero cuando volví veinte años más tarde la sentí arruinada. Leí a otro griego –no recuerda el nombre- que cuenta el regreso de un filósofo a Atenas que no podía soportar el progreso y luces de la ciudad, ¡que debían ser unas antorchas! – se ríe-. Entonces esto que siento yo es algo que se sintió y siempre hubo alguien que se encargara de destruir o construir entre comillas”.

Comunicación que incomunica. Lejos pero cerca

Hace unos años Juana decidió no tener más televisión. “Cada vez me voy aislando más porque prefiero. Tengo una prima que vive en el medio del Amazonas y viene de visita cada dos años. Su familia se crió mirando bichos, plantas y viendo para donde va la corriente del río. Creo que con eso yo estaría hecha”.


Frente al mundo de internet y los excesos del cyberespacio se reconoce fanática de youtube “Es un acceso a imágenes de cosas que no sabías ni que existían, y me parece admirable. Una herramienta poderosísima que depende de quien y hacia donde la lleve. Tengo amigos que me hacen descubrir cosas maravillosas y después está toda la estupidez masiva, que es el equivalente de lo que ya era en otros aspectos. La gente no cambia. Cambian la circuns-tancias, más o menos, parecen nuevas y después dentro de un tiempo. ¿Qué va a haber dentro de veinte años?”- se pregunta. “Yo voy caminando de vez en cuando, me subo a un escalón de un vagón, hago unos kilómetros y me bajo”. Así se refiere Juana Molina a la hiperconectividad de hoy en día. “A mí más bien me apabulla tanto que creo que ahora sé menos que antes, estoy menos informada que antes. En cuanto a lo que a mí me toca comercialmente hablando es una ventaja y una desventaja.”


El tema de Twitter y Facebook es algo que me desespera. No tengo Twitter y tengo un Facebook que hizo el sello a nivel promocional. No sé como funciona, y no quiero entender.

“ Ya paso bastantes horas delante de la computadora mirando e-mails o boludeces, miro la hora y pasaron cinco horas y digo ¿qué estoy haciendo? Por eso quizá para seguir en órbita necesite de alguien que se ocupe de lo que haya que ocuparse pero no seré yo. No me da la cabeza, no me interesa. Porque te crea un falso interés, te hace creer que te importa, entonces te metés en cosas que no te dejan nada”.

Éxodo campestre

Los ciclos de la naturaleza, el sol, las circunstancias humanas, el desorden que crea orden, son múltiples los temas que convergen en sus canciones. “Soy tan desordenada que necesito orden a mi alrededor para no caer en el caos. El desorden del afuera me anula por completo. Cuando estoy en esos lugares, y veo que se está poniendo el sol, que entran los rayos de sol a mi casa… no necesito nada más. Todavía no puedo prescindir de muchas cosas, tengo amigos y no puedo decirles a todos que se vengan a vivir al campo. ¡Vengan todos! Estaría buenísimo si se pudiera. Como una clínica, una vez que encuentre a estos novios o novias musicales- así se refiere a dos o tres músicos que le gustaría encontrar para tocar y desmitificar la dificultad del encuentro- y que todos nos copemos de la misma manera y nos vayamos a un lugar a tocar tres meses y armar algo ahí. Eso me parecería lo máximo a lo que aspiro”.